domingo, 12 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta.

Vindicta Temerosa.



Salí de la habitación en dirección al baño. La casa de Dilan era un lugar apacible y calido. Pero ahora con la ausencia de Dilan el ambiente se había transformado. El lugar se tornaba frío, y una corriente de aire se colaba por quizás donde. Puesto que todas las puertas y ventanas permanecían cerradas. De la misma manera cambio mi corazón. Paso de cálido y tranquilo a un lugar vació y frío... Entre al baño y le eche pestillo a la puerta.

Me cargué en el lavamanos con la mirada fija de mi reflejo en el espejo. La persona que allí se encontraba no era yo. Era una persona sin vida, sin emociones. Estaba vacía por completo. Ausente. Sus ojos mostraban una larga agonía, y se veían desorientados, estaban hinchados junto con los parpados, y en la parte inferior, en las ojeras, le cubría una mancha de color púrpura oscuro. Su pie que antes relucía ahora estaba pálido, de color amarillento. Su cabello todo enredado y con friss, como si no se hubiese cepillado en semanas, mantenía su melena por los hombros. Abrí los ojos al sorprenderme de lo que estaba viendo. A una Cathlen totalmente destrozada. En esos instantes me pregunte, ¿es que acaso me dejaría vencer así?, mi respuesta fue inmediata. Si. Ya no tenía nada por que luchar. Nada me quedaba. Ni una chispa de vida recorría por mis venas, ni una pizca de amor...

Ahora todo ese sentimiento se había esfumado, para transformarse en recuerdos. Los más lindos y dulces recuerdos. Aquel amor tan inesperado e incomprensible se estaba poco a poco transformando en ira. Una rabia incontrolable hacia Amber. La odiaba con todo mí ser. No podía explicarme como era capaz de sentir algo así, pero lo sentía. Y no había remedio para ello, solo algo podría calmarme. Solo algo podría quitar esta ira y comprimirla al más extremo de mis pensamientos. Era una venganza corrosiva por la frialdad. Anti compasiones. Me vengaría de aquel demonio que me quito la felicidad del rostro y del corazón. La mataría a sangre fría si era necesario. Con que fuerzas no lo sabía, pero lo haría.

Me senté sobre la fría baldosa del baño, no podía sostenerme más en pie, y menos contemplar mi lívido y atroz rostro. Me entro un escalofrío cuando mi mente en forma automática comenzó a deliberar el "plan" de venganza. Yo no era así. Pero esto era diferente. La justicia por aquel crimen debía ponerla yo. Pero aun así me era difícil, yo no era una persona repulsiva y deliberada para cometer semejante atrocidad. Pero debía hacerlo. Por una parte creía que era mi deber. Debía vengar la muerte de Dilan. Luego de eso. Decidí que lo más prudente y lo coherente era que dejara de existir. Quitarme la "vida". Aunque hablando literalmente, pues mi vida ya había muerto junto con Dilan, en aquel instante en que su corazón dio su último latido y silencio. La voz de Jeremy hizo callar a mis deliberados pensamientos.

- Cathlen... ¿estas bien?

Golpeó la puerta suavemente con los puños. No tuve tiempo de contestar cuando la puerta se abrió de golpe. Y tras ella apareció Jeremy.

- ¿Estas bien?

Me levante cuidadosamente del sueño mientras ponía los ojos en blanco. El tomo mis brazos, como si yo en cualquier momento cayera abruptamente al suelo, mientras encorvaba los labios con expresión de horror.

- ¿Que?,- dije asustada.

- Luces terrible, Cathlen. Lamento decirlo.

Meneé la cabeza a ambos lados. Eso ya lo sabía.

Entramos nuevamente a la habitación donde "dormíamos". La cama estaba arreglada y Jeremy le había agregado una colcha más. Sentí compasión por el. El no debería estar pasando por esto. Pero aun así, ahí estaba conmigo. Soportando mi febril llanto. Pero eso ya no iba a suceder más. No ahora que había decidido tomar venganza. Tendría que conseguir alguna excusa para alejarme de el y listo.

Me acosté en la gran cama mientras Jeremy estiraba las colchas hacia mí para cubrirme. La verdad era que ignoraba si había más habitaciones por la casa. Aunque era obvio, pero no me apetecía ir a otra. Esta me era cómoda, y sentía el aroma de Dilan. Aunque no era el suyo precisamente. Pero le recordaba por la primera y última vez que habíamos estado ahí, los dos solos. Ese aroma me recordaba a el. Me aferre a la almohada e hice un gesto a Jeremy para que se recostara a mi lado. Este se puso sobre las colchas frente mió.

- Descansa.- su voz era protectora y llena de ternura.

- Gracias Jeremy. Gracias por todo lo que haces por mí.

- No me lo agradezcas. No estoy aquí por ti, sino por mí. Por lo que siento.

Quede perpleja. Aquellas palabras me sonaban. Y claro que las conocía. Eran casi las mismas que me había pronunciado en una oportunidad Dilan, cuando nos conocimos. Mis ojos se llenaron de lágrimas pero luche para que estas no salieran. Y gane.

- No quiero que esto se transforme en un suplicio para ti, ni lo que sientes tampoco. Sabes bien que yo...- me silencio con su mano calida sobre mis labios.

- Tranquila Cathlen, que cuando sienta que esto me supera me iré.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo.

Sabía que no era necesario que me prometiera nada, después de todo en unos días ya estaría lejos de el. Y así no podría crearle un daño mayor. Comencé a vagar en mi mente, mientras ideaba las formas más sutiles de separarme de Jeremy. Los ojos comenzaron a tener fuerza y se me cerraban con frecuencia, los intentaba abrir mientras miraba a Jeremy de soslayo. Estaba jugando con un mechón de mi cabello sin fijarse en verdad en el. Su mirada estaba clavada en el techo. No pude más y el sueño me gano.

Capítulo Nº Veintinueve.

Entereza.



Era de noche aun cuando desperté. Mi corazón continuaba sollozando y pegaba suspiros cada minuto. Me gire para ver si Jeremy continuaba ahí. Y ahí se encontraba. Mirándome con rostro ido. Tenía entre sus manos mis dedos, jugueteaba con ellos, y yo no lo sentía. Una lágrima recorrió mis pómulos y llego hasta mi barbilla. Ahí estábamos, en silencio. Sin nada que decir. El sufriendo una pérdida que no le pertenecía. Sus ojos estaban vidriosos, mostraban la amargura y reflejaban restos de humedad. Lágrimas supuse. No había otra cosa que le pudiera humedecer sus pupilas así.


- Lo siento...- dije mientras limpiaba los rastrojos húmedos alrededor de sus ojos almendrados.

- No te disculpes.

Continuamos observándonos a los ojos. Como si el tiempo no corriera. Como si siempre estuviéramos haciéndolo.

Se levanto mientras acariciaba mis mejillas con las manos.


- ¡Como quisiera evitar el sufrimiento de - nuestros seres amados -. Cuánto no estaría dispuesto a intercambiar con ellos su lugar cuando los vemos llorar! Qué paradójica es la vida: la mejor manera de crecer es cayéndose y la más útil forma de ayudar a alguien es únicamente acompañándolo mientras se levanta.

No supe que decir, solo lo mire con incredibilidad.


- Tranquila mi vida... no estas sola. Nunca lo has estado.

- Jeremy... yo...- no me dejo terminar la frase.

- Sh,- dijo con ternura,- no hables, solo descansa y olvida.

Lo mire con coraje.

- Si tu piensas que podré hacerlo... estas equivocado,- trague un buen sorbo de aire,- jamás podré olvidar a Dilan, y tampoco pienso hacerlo.

Asintió con la cabeza.

- Debes tener voluntad.

Entrelacé las cejas al punto de tocarse.

- Voluntad es lo que menos tengo,- dije desafiante.- no olvidare a Dilan jamás...

- Recuerda Cathlen,- dijo Jeremy con voz tranquila,- la voluntad sirve para empezar a correr, no... Para terminar.


Lo mire con mala cara. ¿De que me servia tener voluntad a algo que ni siquiera estaba de acuerdo? No olvidaría a Dilan por nada en el mundo. El había sido lo mejor que me había pasado. Y no porque el ya no estuviera, mis sentimientos hacia el cambiarían.

- y...entonces... ¿que harás?,- pregunto ansioso Jeremy.


No estaba segura de que haría. Estaba muerta en vida. Pero de algo estaba claro. La muerte de Dilan no la dejaría inmune. Amber debía pagar por todo. Me había arrancado el corazón sin piedad. Y lo mismo haría yo.


- Ir a por Amber,- dije con una chispa en el rostro.

Jeremy puso los ojos en blanco.

- ¿Quieres que te mate a ti también? Estas loca.

- Ya estoy muerta Jeremy, solo que me corazón sigue latiendo, vació. Amber me quito mi vida, me quito mi ser. El motivo por el cual existo.

Jeremy resoplo ante mis palabras. Se estaba cabreando con el asunto.

- Vale. Pero... ¿acaso serías capas de darle muerte a tu prima?


- Si,- dije algo dudosa para mis adentros. Jamás había matado a nadie. Y la idea de que compartía lazos sanguíneos con Amber no me ayudaba mucho. Pero en cuanto se me venia a la mente el rostro triste y frío de Dilan, todo cambiaba.

- Te ayudare.- dijo Jeremy luego de unos minutos.

- No,- dije tajante. No permitiría perderlo ahora a el.

- No te dejare ir sola Cathlen.

- Jeremy. No. Ya perdí a lo que más quería, lo que más amaba. No quiero perderte a ti.

- ¿Y que tiene...? No sientes nada por mí. ¿De que vale tanta preocupación?

Puse los ojos en blanco.

- Jeremy te quiero. Como amigo. Lo de nosotros fue genial. Pero solo un sueño.

- Vale vale. Pero aun así no te dejare luchar sola.

No veía por donde podría hacer que Jeremy cambiara de parecer. Lo deje pasar.


- ¿Que hora es?,- dije mirando hacia la ventana. Aun estaba a oscuras.

- Emm, deben ser como las 3 de la madrugada. No has dormido mucho.

- Te toca dormir Jeremy. Has estado cuidando mi sueño mucho tiempo.

Negó con la cabeza.

- No te preocupes por mí.

- Vale, iré al baño.

Necesitaba estar un momento sola.

Capítulo Nº Veintiocho.

La despedida.


Comencé a levantarme abrazando el brazo de Jeremy, me dolía todo el cuerpo, era incapaz de estar de pie por mi misma. La cabeza me daba vueltas, y solo podía pensar en el bello rostro de Dilan, con su última mirada. Llena de tristeza y pudor. Jeremy me preguntaba cada seis segundos si estaba bien. Yo solo negaba con la cabeza. Estaba aturdida. Busque a Amber por todos lados. Podía intentar detenerla. Pero no estaba por ningún lado.

- Si... llega a hacerle daño... yo...- balbuce para mi misma. Pero creo que lo dije en voz alta, porque Jeremy me contesto.

- Todo estará bien.

Podía ver las buenas intenciones en Jeremy. Y le agradecía por ello. Asentí con cabeza lentamente abrazándolo, mientras mi cara se empapaba de lágrimas. Jeremy acarició mi cabeza desenredándome el pelo desmadejado que llevaba. Me tomo en sus brazos y comenzó a caminar.

- ¿Hacia donde vamos...?,- le pregunte algo confusa. Hubiera querido que me bajara. Pero no podría mantenerme en pie ni menos caminar. Así que coloque mis brazos por sus hombros y me aferre a su pecho.

- Tienes que descansar,- dijo en voz baja. Temiendo mi reacción. Levante una ceja de inmediato. No podía descansar ahora. No. Dilan me necesitaba. - Tranquila,- dijo calmándome.- Ya veremos luego lo que hacemos. Ahora descansa.

- Jeremy...y si...

- Shis, Cathlen. Duerme,- ordeno.

Le hice caso. Después de todo si quería ir en busca de Dilan, debía de estar en buenas condiciones. Y en este momento no las estaba, con suerte podía sujetarme con fuerza del cuerpo de Jeremy. No podía enfrentarme a Amber aunque quisiera. Pero que tonta hacia sido. Como no pensé en la posibilidad de que había dejado libre por completo a Dilan. Que estupida en verdad. Cerré los ojos mientras Jeremy comenzaba a correr. Sentí el viento en mi rostro, pero lo sentía tibio. Luego me quede dormida por completo.

Desperté de pronto por la luz que emanaba desde la ventana. Unos cuantos rayitos de sol apuntaban hacia mi rostro. Abrí los ojos mientras pestañeaba apresuradamente, para adecuarme a la luz. Mire hacia mí alrededor. Esa habitación la conocía. Era la casa de Dilan. Pero... que estaba haciendo yo ahí... si Dilan... Me senté rápidamente mientras que mi cuerpo se entumecía. Me sentía fatal. Como si un camión hubiera dormido sobre mi toda la noche. Comencé a estirar parte por parte mi cuerpo. Recordé lo que había pasado.- ¡Dilan!- articule con la voz vacía. Me eche a la cama de nuevo y cerré los ojos para intentar descansar un poco antes de levantarme. El no estaba ahí eso era obvio. Pero... ¿acaso Jeremy me había llevado hasta su casa? Llegue a pensar que estaba soñando.

- Te has despertado,- dijo Jeremy que estaba al final de la habitación.

Abrí los ojos y volví a sentarme en la cama.

- Oh... que... ¿por que estamos aquí?,- no sabía cual era la pregunta adecuada.

- Dilan, me hablo de este lugar. Y... me pidió que te trajera aquí si algo sucedía,- se encogió de hombros. Claro. De pronto vi lo evidente. La verdad detrás de los ojos de Dilan en nuestra despedida. Como no pude darme cuenta antes. Dilan sabía lo que iba a suceder. Sabía que lo atraparían. Por eso dejo marcharme así de fácil. Fingiendo que no lo haría. Por eso sus ojos de tristeza pura... sabía que nos separaríamos para siempre...lo sabía. Y se lo había dado a conocer a Jeremy, para que este cuidara de mí. Ya que no tenía ningún asunto pendiente con Amber. De pronto las lágrimas comenzaron a cubrir mi rostro, no pude ver nada solo nubes grises y húmedas.

- Como pudo hacerlo...- Dije aclarándome la garganta y tragando saliva.

- Era lo correcto Cathlen,- Jeremy seguía encogiéndose de hombros. Pude ver que me estaba ocultando algo más. Una información más dura de la que ya sabía.

- ¿Que me ocultas Jeremy?,- le dije intentando esbozar una sonrisa que no llego nunca a mis labios por completo. Jeremy agacho la cabeza mirando el suelo.- ¡Jeremy!

- Cathlen...el ahora... debe de estar...- No termino la frase. Pero pude captar el mensaje y la termine yo por el.

- ¡¿Muerto?!-, dije mientras me levantaba de la cama.

Jeremy asintió con la cabeza mientras se levantaba de la silla de mimbre donde estaba. Se acerco a mí para depositarme de nuevo a la cama. Mi cara debió de ser horrible, porque el rostro de Jeremy se crispo, mostraba la misma tristeza con la que Dilan me despidió en el bosque. Pero supuse que no estaba triste por el. Si no por verme a mí así.

- Cuando Dilan fue en busca de Lionel,- comenzó,- ¿recuerdas?

Asentí.

- ¿Cuando me ataco aquel animal?

- Si, bueno no fue en busca de Lionel. Sino por mí. Me contó lo que sucedería, el lo venía a venir por Lionel. Y estaba preocupado por ti. Me dijo que moriría a penas Amber se alejara de ti. Y que era el costo por dejarte vivir a ti.

Comencé a sollozar. No podía creer en lo que Jeremy me decía. No podía meterme la idea en la cabeza, de Dilan ahora estaba...muerto. Y por mi. El había dado su vida por la mía. Pero en que diablos estaba pensado. ¿Acaso no eras uno?, ¿acaso si el moría yo también lo hacia?, ¿No recordó eso en el momento en que se entrego? Sea cual sea la razón de la estupidez que había cometido. Ya era tarde…el estaba…muerto.

- No... No...- dije mientras lloraba amargamente.

Abracé a Jeremy. Y así estuve durante todo el día. Mojándole las ropas a Jeremy, que no se movía por ningún motivo. Y me acariciaba el pelo consolándome. La luz del sol comenzó a decaer poco a poco... Y yo con ella. Hasta que mis ojos dejaron de desprender el liquido y se cerraron por completo. Jeremy me recostó en la cama y me cubrió con una colcha.

- No te vallas...- dije media ida. Y pegando suspiros largos tras el llanto.

- No lo haré,- susurro el,- estaré aquí a tu lado.

Caí en un sueño profundo. Oscuro y frío. Donde solo podía ver el rostro de Dilan, cubierto de esa tristeza. De la despedida. Que ahora sabía, que había sido una despedida para siempre...