martes, 10 de marzo de 2009

Capítulo Nº Quince.


El Mini-Transporte.


Desperté tras unos ruidos leves del viejo sofá, la verdad que para ser viejo era muy cómodo. Ya me había pegado varias dormidas en el sin quejarme. Abrí los ojos de sopetón y me encontré con el rostro de Jeremy observandome fijamente con una sonrisa dulzona en el rostro. Me pregunte cuanto tiempo me había dormido, y llegue a la conclusión que bastante, pues dudaba que Jeremy llegara tan rápido hasta ese lugar. Estaba igual que antes, tan guapo como siempre, con su pelo color chocolate y crespo. Sus ojos del tamaño de una almendra de color marrón, nada en el había cambiado. Lo recordaba tal y como era.



- Lo siento, no era mi intención despertarte.- Su voz seguía siendo la misma. Con un tono de severidad y dulce. Pero con unos tonos bajos.
- No, no lo has hecho.- Mentí por cortesía. Me levante rápidamente del sofá para encaramarme a su lado, sin quitarle la vista.- Valla, que hace frío-, me queje-. Más lo hice para decir algo, odiaba esos silencios pronunciados. - ¿Que hora es?-, busque entre los bolsillos de mis jeans el móvil, pero Jeremy fue más rápido. Levanto su brazo arremangandose la chaqueta de cuero que llevaba puesta, y miro detenidamente el reloj que reposaba en su muñeca.
- Las cuatro-. Valla, recordaba la ultima vez que mire la hora, eras las tres treinta, no había dormido nada, y Jeremy llego tan rápido... Jeremy corto el hilo de mis pensamientos.
- ¿Has almorzado?, ¡es que tienes una pinta!

Llevé mi mano hacia mi cabeza acariciándome el cabello o intentar peinarlo por si estaba desordenado luego de la siesta que me había pegado.
- Mm, la verdad es que no.
Jeremy frunció el seño.

- Ok, vamos a comer algo y me cuentas como llegaste aquí. - Esbozo una amplia sonrisa y puso su brazo sobre mi hombro dirigiéndome a la salida de la cueva.
- Como... me encontraste... Y tan rápido. El no respondió a mi pregunta y siguió caminando con la tranquilidad que siempre mostraba en su rostro.

Al salir de la cueva un escalofrío me recorrió el cuerpo desde la cabeza a los pies. Mire por todo mi alrededor sin lograr ver los cerros que me encerraban de cierta forma. Pero solo vi una gruesa capa de niebla que los cubriá como una manta de color gris. Caminamos hacia la vacía carretera donde esperaba ver algún tipo de vehículo, pero en vez de eso encontré una patineta y a unos cuantos metro un casco de color negro, aunque en partes tenía la pintura rayada. Seguramente Jeremy lo había lanzado lejos, luego de bajarse de su mini-transporte.

- ¿¡Viniste en esto!? - Mi voz era histérica y estaba desconcertada, comencé a temblar del frío. Jeremy deslizo su chaqueta de cuero por mis hombros cubriéndome, me quedaba demasiado grande, pero deslice mis brazos por los agujeros de las mangas.
- Gracias- asentí un poco avergonzada por el gesto.
- ¿Acaso no te agrada mi transporte? - Soltó una gran carcajada, al ver mi expresión. Que era de terror, supuse.
- No, no es eso...- parpadeé rápidamente, seguía sin ideas y desconcertada. -...El camino es de tierra...y - Soltó una carcajada estruendosa que no me permitío seguir con la frase. Lo mire por lo bajo y cruzando los brazos.
- Va, mientras tenga ruedas todo funciona ¿no? - Levanto una ceja, mostrando astucia y le lance una pequeña sonrisa contra mi voluntad. - Venga, ponte el casco.
Me lo coloque insegura de si iba a montarme en esa cosa o no. Mientras tanto Jeremy ya estaba sobre la tabla flacucha. Que para mi opinión no soportarían el peso de los dos en la bajada del cerro.
- ¿Es seguro? - Agache la cabeza avergonzada de preguntar eso.
- Tranquila, estarás bien.- Me guiño un ojo mientras le pegaba un suave golpeteó en el casco que ya tenía sobre la cabeza. Le sonreí y me monte tras el. Coloque mis dos pies de lado sobre la tabla y me aferre con mis dos manos sobre su cintura, apoye mi cabeza ahora más pesada de lo normal producto del casco, sobre su hombro dejándolo descansar. Pegue un suspiro tragando un buen chorro de aire. El soltó una pequeña risita por lo bajo mientras movía su cabeza de un lado a otro. Con su pie izquierdo en la tabla y el otro en el suelo, dio un pequeño empujoncito y la patineta se deslizó carretera abajo. La neblina que cubría la calle era espesa al igual que la que se encontraba cubriendo los cerros. Me recordó a ese espeso humo de Santiago. Solo que este al aspirarlo te relajabas en ves de ahogarte. La avasalladora brisa fría me congelaba la piel de la cara, que sentía una especie de fuego sobre el. Íbamos a una velocidad sorprendente, no sobre pasaba a la de un automóvil claro, pero era descomunal comparandola a que era una simple tabla con cuatro pequeñas ruedas. Y a que a pesar de el camino de tierra la patineta no mostraba ningún indicio de desequilibrio. La postura de Jeremy era erguida y su cuerpo estaba rígido, apenas se movía. Con mis brazos a su alrededor no sentía mucho frío en mi cuerpo, estaba caliente, me llamo la atención debido a que solo llevaba puesta una camisa manga corta de color negro, pues su chaqueta de cuero me cubría las espaldas.