miércoles, 4 de marzo de 2009

Capítulo Nº Doce.

Risas y lágrimas.

- Cathlen ,- Susurro Dilan con terror en los ojos.
No sabia que decir, pero sabía que en ese instante Dilan me estaba leyendo el pensamiento, pero en realidad no conseguiría nada. Ya que no pensaba en nada, ni sabia yo la respuesta, era todo confuso. Aun ni siquiera entiendo porque me ocurrió eso. - Sale de mi mente,- le dije. Pude ver la frustración en sus ojos.

- Tengo una duda,- dije al fin.- ¿Para que quieres experimentar conmigo?
Me miro con enojo en el rostro. Como si le hubiera ofendido en algo.
- No experimentare. Se que funciona y que no te ocasionara ningún daño.
Suspire, ya estaba un poco aliviada de mi repentino shock.
- Me ofendes Cathlen.
Lo mire con cara de pregunta, no sabia a que se refería.
- ¿A caso tu me crees capas de ponerte en peligro sin saber lo que hago?.- Pues la verdad eso tenia mucho sentido. Me sentí como una tonta al pensar eso de Dilan. Aunque realmente no lo pensé, solo tire las palabras al aire.
- Vale Dilan. Pero necesito saber el motivo, digo... -, no alcancé a terminar la frase, Dilan alzo la mano para que le diera la palabra.
- Es solo porque es más seguro para ti y nos ayudaría contra Amber.

Claro ahora comprendía todo. Yo realmente con mi forma común de ser era una molestia para Dilan, solo hacia las cosas mas difícil, era una persona frágil. En el sentido literal de la palabra. No tenía como defenderme. Solo tenía a Dilan. Y el corría riesgo siendo mi salvador. Yo solo era un estorbo...

- No, no me mal interpretes,- Su voz sonaba tensa.
- No no, tienes razón Dilan.
Clave mis ojos en la mesa, estaba sumida en mis pensamientos, sin darme cuenta que los compartía con mi compañero. Un miedo me inundo de pronto cuando me di cuenta de que Dilan podía salir herido de todo esto e incluso alejándose de mi para siempre. Me estremecí de solo pensarlo.
- No digas eso, por favor.- Dijo con voz suplicante.
- No lo eh dicho-, Levante una ceja. Me quedaba un poco de sentido del humor, aunque en ese instante fuera inconsciente de ello. Dilan puso los ojos en blanco y observo el cielo.
- Pero lo has pensado.
- No es lo mismo-, le desafié.
- No es tu culpa. Amber pudo haber odiado a otras personas y yo estaría intentado salvarla a como de lugar. Solo que te toco a ti.
Lo mire recelosa, lo que decía no tenia sentido para mi alguno.
- Solo que esta vez es diferente,- Esbozo una enorme sonrisa.
Lo mire de forma severa para que hablara, con Dilan no era muy necesario las palabras.
- Mi motivación por mantenerte a salvo de Amber es más fuerte que haya podido sentir con las demás rivales de Amber.
Al fin había captado. Le dirigí una sonrisa de afecto.
- Te quiero Cathlen,- me susurro al oído. Y tomo mis manos.

En ese momento se acerco el mozo para dejar nuestros pedidos. Mientras depositaba los platos en la mesa pedía disculpas por la interrupción, por la postura que estábamos Dilan y yo. Dilan le negó con la cabeza para que no se preocupara. Y a través de su Telepatía me dijo,- Dios, que inoportuno es este hombre.- Solté una risa. Y el mozo me miro con extrañes. Me puse roja como tomate y agache la cabeza. Cuando estuvo puesta la meza con la comida el mozo abandono la terraza. Dilan volvió a tomar mis manos y se acerco lentamente a mi cara. Me beso lentamente y yo tome su rostro entre mis manos, acariciando su cabello dorado.

- Vale, comamos. - Me dedico una sonrisa y tomo los cubiertos.
- Dilan... ¿Porque no utilizas la siempre la Telepatía?
Me miro con sorpresa en los ojos, mientras se echaba un pan a la boca. Espero unos segundos y hablo.
- Dejo de leerte el pensamiento unos minutos y ya me pillas con la guardia baja.- Soltó una fuerte carcajada. Me acorde de la primera vez que lo había pillado así. Fue la primera vez que nos besamos en mi habitación. Bueno en la habitación de la casa de mi Tía. Le había dicho que se había convertido en mi amor inmortal, aquel que nunca muere, y así era. Lo mire con ternura. Como le quería. Sabía que sin el no podía vivir, lo sabía. Dilan me miro y sonrió, para luego ponerse serio. Sabía que respondería a mi pregunta. Esa cara me la conocía.

- Bueno, no creo que sea de agrado introducir mi voz dentro de tu mente o la de los demás, penarían que están locos. Bueno tu creíste que era una alucinación.- Soltó una carcajada.
- Para mi sentir tu voz dentro de mi es como estar en el mismísimo paraíso. Sea donde sea, encuentre donde me encuentre.
Agacho la cabeza sin saber que decir.
- Bueno, pero la cosa es que no me agrada hacer eso. Me gusta ser normal,- Me dedico una sonrisa mientras se llevaba otro pedaso de pan a la boca. Comimos con esa alegría, riéndonos por todo y hablando mil cosas. Fue una mañana inolvidable en verdad. Cuando terminamos nuestro desayuno nos dirigimos a su poco llamativo descapotable.

- Desde ahora manejo yo,- Dijo con tono burlón.
Lo mire mientras se colocaba el cinturón de seguridad. Y recordé nuestra conversación sobre sus formulas y el motivo para tener algún poder sobre natural. Me entro la curiosidad de que poder obtendría así que sin pensarlo lancé la preguntas antes que Dilan estuviera en mi cabeza.

- Dilan, dime, ¿Que poder obtendré?...
Ladeo la cabeza y frunció los labios. Eso no tiraba buena pinta.
- No voy a mentirte. Pero la verdad es que no lo se.
Lo mire con los ojos abiertos de par en par.
- Pero de lo que estoy seguro, es que nada malo te ocurrirá. Lo prometo.
- Confió en ti Dilan. No es eso a que le temo.- La voz se me quebró. Mi temor era otro. Era la peor pesadilla, que si eso ocurriera prefería morir e ir al infierno. El más grande temor de los temores. El que Dilan se separa de mi. Luego de tener aquel poder incógnito. Y ya no necesitar su ayuda para mantenerme a salvo. El me echo una mirada de furia por aquello que estaba pensando. Le quite la vista y mire hacia la carretera vacía.
- Me dejaras luego de eso...- Le dije secamente.
- Cathlen yo...- Su voz se quebró y no pudo continuar.
Mis ojos se llenaron de lágrimas, lo que yo más temía ocurriría. Y no podía hacer nada. Podía negarme a obtener aquel poder sobrenatural, pero la vida de Dilan dependía de ello. Pero si lo tomaba lo alejaría de mi para siempre... No aguante más y me eche a llorar Dilan acaricio mi hombro sin decir ninguna palabra. Viajamos durante seis horas en silencio, ninguno de los dos se atrevió a decir nada. Y aunque quisiera las palabras no me salían.