lunes, 2 de marzo de 2009

Capítulo Nº Once

Petición.


Úrgete todos los bolsillos de mi bolso mientras el móvil seguía sonando esa musiquita de mi grupo favorito. Al fin pude pillarlo y presiones el botón verde para contestar de inmediato. Luego de haber hecho eso me golpeé la cabeza. Como podía ser tan tonta, que pasaría si era mi madre preguntando donde estaba. No había idealizado una buena mentira para convencerla de que todo andaba bien, ni tampoco tenia ninguna en mente. Pero ya no podía echarme atrás, el botón estaba presionado.

- ¿Diga?
- ¡Cathlen!, ¿donde estas?, ¿Acaso volviste a casa? ¿Estas con Dilan cierto?, - Solo una persona podría hacerme tantas preguntas al mismo tiempo y ese no era precisamente mi padre sino que mi amigo Thomas, que se creía mi padre. Su voz se notaba tensa al echar su última pregunta, como si cuando volviera a casa estaría en serios problemas. Suspire y luego hable con toda la calma posible.
- Tranquilo Thomas, estoy bien.
- ¿Estas con Dilan?
No supe que contestar. Sabía que Amber o Lionel estarían a la escucha. Tenía que encontrar una mentira y rápido. Hubiera despertado a Dilan para que me ayudase pero cuando mire al entrecerrar los ojos me lleno de una calma y ternura que fue imposible tomar la decisión de despertarlo.

- ¿No ah llegado?
- No…pero – Le interrumpí antes que empezara a bombardearme con mas preguntas a las cuales no sabría que responder como siempre.
- Dilan me fue a dejar al Terminal. Tome el primer bus devuelta a Santiago. Y ya estoy llegando a mi casa. Debería de haber llegado. -, mi mentira había dejado a Thomas pensando unos segundos, donde se prolongo un silencio de segundos, que para mi fueron eternos pues esperaba la reacción de Thomas y más aun que se creyera todo ese cuento.
- Vale, pero… ¿Por qué te has marchado?
- Extrañaba a mi madre Thomas, no estaba a gusto en la casa. No es nada personal, es solo que no me gusta el campo. Ya sabes. – Bueno en eso no había mentido demasiado. En ese instante empecé a sufrir dificultades en mi manejo, un enorme taco se formaba y yo tenía una mano en el volante y otra al teléfono, ojala tuviera otra para los cambios. Así que doble mi cuello sosteniéndolo con el costado de este, para así poder manobriar bien los cambios del vehiculo.
- Ok, llamare a Dilan. Mándale saludos a tu madre.
- Vale. Digo no no, no llames…- Tarde, Thomas ya había colgado el móvil. Rayos, que tonta era. Debía despertar ya a Dilan para informarle de todo. Pero no fue necesario ya que Dilan estaba mirándome atentamente. Me tense en el manubrio.
- Cathlen. ¿Estas bien?, ¿Quieres que conduzca?
Empezó a sonar el móvil de Dilan. Lo mire con ojos abiertos de par en par. Dilan me observo con detención y se entero de inmediato de mi conversación telefónica con Thomas.

- ¡Thomas!, - La voz de Dilan era alegre y con entusiasmo. Me llamo la atención, pues recién había despertado. – Oh si. Ella me lo pidió. – Se formo unas arrugas alrededor de las comisuras de los labios de Dilan, lo tome como una sonrisa. – No lo se Thomas. Tuve un inconveniente. – Le mire atentamente, mis ojos se transportaban de la carretera a las expresiones de Dilan. Y de Dilan a la carretera. – Debo irme. No te preocupes volveré pronto, - Hizo una pausa. – Vale, dale saludos de mi parte a los muchachos. Adiós.


- ¿Qué te ha dicho?, ¿Se ah creído el cuento?- Mi pregunta era algo ilógica solo me había perdido la mitad de la conversación y no había nada que mostrara lo contrario. Pero por las dudas pregunte.
- Cathlen, Amber ya sabe que estamos juntos y que estamos huyendo claro.
- Pero… - No me esperaba esa noticia, nuestras mentiras habían sido perfectas.
- No es tonta Cathlen. Pero estamos en ventaja, ya que aun no sabe nuestro paradero. ¿Tienes hambre?,- Me sorprendí la facilidad que tenia para cambiar de tema. Y más aun de uno con suma urgencia a una simple pregunta de mi estomago. Pero la verdad era que manejar me habría dado apetito. Dilan siempre acertaba a lo que a mi se refería, ni yo podía hacerlo conmigo misma. Soltó una carcajada.

- Párate en ese Restaurante.
- Pero no es arriesgado. Le daremos tiempo a Amber de encontrarnos.
- Pero no podemos ignorar a tu estomago, - Soltó una suave risita. – Vamos, no te preocupes.

Pare en el Restaurante nombrado por Dilan, su nombre estaba en japonés. La entrada era una pequeña laguna y se atravesaba en un estrecho puente de roble. Cuando la atravesamos pude observar que en aquella laguna nadaban unos peces pequeños de varios colores. Dilan tomo de mi mano y nos dirigimos al segundo piso del pequeño edificio. Al llegar arriba un hombre vestido muy elegante nos dio una calida bienvenida y nos ofreció una mesa. Tome asiento y Dilan se sentó al frente de mí, la mesa era pequeña. Solo para dos. Así que su rostro estaba a escasos centímetros del mió.
El hombre saco de uno de sus bolsillos un taco de papel. Y se dirigió a Dilan.

- ¿Que puedo ofrecerles?
- Que nadie nos moleste aparte de usted,- Dilan le sonrió. Pero el Mozo aun no captaba lo que Dilan había pedido. Así que se expreso mejor.
- Le pagare la reserva de la terraza.
- Oh, claro claro. Bueno, ¿que van a servirse?
Dilan me miro para que ordenara primero.
- Eh… Quisiera un sandwitch de queso y una pepsi. – La verdad es que me habría tomado un té bien caliente, ya que era demasiado temprano. Pero el calor era tan abrazante que la bebida me apetecía más.
- ¿Y usted? – Dijo el mozo dirigiéndose a Dilan.
- Unos huevos fritos y pan. Eso es todo.
- Enseguida. – El mozo se retiro, y empezó a correr una suave brisa.

Dilan tomo mi mano por sobre la mesa, me observaba detenidamente y con una expresión fría, como de sufrimiento.

- ¿Qué sucede?
- Nada. Es solo que quisiera hacerte una pregunta.
Lo mire sorprendida.
- ¿Puedo?
- Solo con una condición. – Dije con cara de astucia.
- Oh. Me la pones difícil eh. – Soltó una suave risita.
Adoraba las risas de Dilan Kurt, eran tranquilizadoras. Y la condición era que al formularme su pregunta, no leyera mis pensamientos y escuchara solo la respuesta por mi boca.
- Tú elijes.- Le dije con una voz desafiante.
- No podrás conmigo.
Lo mire confusa.
- Explícate.
- Bueno primero…- Se acomodo en el asiento y soltó mi manos. – Puedo hacer acto ciego de tu penitencia y formularte de inmediato mi pregunta, y así leerte el pensamiento de igual manera. Es lógico que pensaras una respuesta de inmediato. A veces somos inmunes a nuestro propio pensamiento. – Se echo a reír.
Lo mire con vista de enfado.
- Calma aun no termino.- Esbozo una amplia sonrisa, - Por segundo. Puedo acceder a tu petición, pero al momento podría hacer trampa y curiosear tu cerebro sin que te des cuenta.
- No harías eso… ¿o si? Me engañarías.- Puse cara de tristeza.
Se puso serio.
- ¡Jamás!
Me eche a reír. Y el frunció el seño.
- Ves yo también puedo confundirte.
- Claro claro. Ya veo.
- Pero que. ¿Aceptas mi condición?,- Sabía que al final terminaría perdiendo, con Dilan no se podía por ningún lado, pero nada vale si no lo intentas ¿no?
Asintió con la cabeza seriamente.
- Acepto tu condición. – Lo mire dudosa,- Prometo no hacer trampas.
- Vale, Lánzala.
- Si te pidiera… esto bueno… yo. Si te ofreciera…- Su voz se quebraba y ya ni le entendía.
- Tranquilo. – Le tome las manos.
- Bueno si yo… te pidiera que… te sometieras a mis formulas y así poder obtener algún tipo de anomalías sobre-naturales… Tu… ¿Aceptarías?
Sus palabras salieron tan veloz mente que no entendí el concepto de la pregunta, sus palabras salían precipitadamente de su boca chocando con las demás. Entendí luego de un momento lo que me pedía. Supe que no sacaba nada con meterse a mi cerebro pues mi mente estaba en blanco. Ni yo podía precisar la respuesta. Solo atine a soltarle más manos y colocar cara de aterrada.