sábado, 9 de mayo de 2009

Capítulo Nº Treinta y Nueve.

Enloquecedor desenlace.


Al comprender la verdadera razón de la mirada de Dilan mi rostro se crispo y sentí como el mundo se me vino encima sin piedad.

- No… no. No,- repetía una y otra vez, mientras movía mi cabeza hacia ambos lados. No podía ser, no podía estar sucediéndome eso a mí. No. Mi desesperación por salir de ahí lo más rápido posible desapareció cuando Jeremy me tomo de los brazos, impidiéndome cualquier movimiento. Me susurro algo al oído, pero no puse atención a aquello. Solo contemplaba el pálido rostro de Dilan, un rayito de sol le iluminaba el rostro y hacia que sus ojos verdes resaltaran. Mis ojos comenzaron a desprender lágrimas por montón, mi vista se nublo por completo y mis rodillas comenzaron a temblar. No podía enfrentarme a el, no podría. No podía acabar con el ni menos intentar hacerlo. Dilan era el motivo de mi existencia, la fuente de mi vida. El lo era todo. No podía acabar con ello. Primero acabaría conmigo misma antes de hacerlo.

Dilan dio dos pasos hacia mi, su paso era tan lento que parecía que vacilaba en cada uno de ellos. Su mirada estaba clavada a la mía. Sentía su preocupación del motivo de mi llanto. Y también sabía que seria en vano intentar decirle algo. Las manos de Jeremy comenzaron a aferrarme con más fuerza, al punto de dolerme. Pero no me queje. El dolor que llevaba encima era más fuerte, me quemaba en todo el interior. Quería huir, debía huir. Pero no podía. Mi cuerpo estaba clavado al piso, y mi mirada enganchada en los ojos de Dilan. En sus ojos podía verme. Podía ver a una niña desesperada, con el rostro empapado en lágrimas. De pronto las manos de Jeremy dejaron de presionarme el brazo y no lograba escuchar su turbia respiración, me gire un poco para mirarle de soslayo, pero ya no se encontraba a mis espaldas, se encontraba al costado de Amber, aprisionado por los enormes brazos de Lionel que lo sostenía, su mirada irradiaba compasión, compasión hacia a mi. Me volví hacia Dilan nuevamente y lo contemple. Sabía que en cuanto saliera alguna palabra de la boca de Amber todo acabaría. Dilan se lanzaría sobre mi, como si yo fuera su enemiga y acabaría conmigo, y yo nada haría. No podría ni siquiera inmovilizarlo y menos esquivarlo, estaba vulnerable. De alguna u otra forma uno de los dos… tenía que morir. Pero lo más terrorífico era que uno de los dos acabaría con nuestra propia vida acabando con el otro. Y estaba segura de que esa no sería yo.

- Acabad con ella,- ahí estaban las palabras que estaba esperando, con esa voz espeluznante que hacia que todos los bellos de mis brazos se crispaban.

Tragué aire y cerré los ojos, esperando el momento. Esperando ver mí corta vida tras mis ojos. Recordando cada momento junto a Dilan, recordando su rostro cuando me contemplaba, cuando sonreía. Recordando sus palabras y sus risas.

Pude sentir el calor de las tres personas presentes, incluso el mío. Oía los latidos de cada corazón, pero uno me llamaba más la atención que el resto. Y era el de Dilan, que latía como en contra de su voluntad, danto fuertes tumbos y luego silenciando. Su respiración comenzó a agitarse a medida se acercaba más a mi. Mi mente quedo en blanco, comprendí de inmediato que Dilan utilizaría su telepatía y me quede quieta aun con los ojos cerrados.

- … ¿Pero que haces?... ¿Que sucede?,- decía en susurros solo para mi.

Abrí los ojos, para poder observarlo más claramente. Su rostro se tenso y abrió sus ojos de par en par, desvió la mirada perdido y busco el rostro de Amber. Esta enarco una ceja sin entender nada de lo que sucedía.

- No… no puedo leerle la mente,- comenzó a explicarle a Amber,- cuando esta con los ojos abiertos… Pero luego los cierra y veo todo… Me veo a mí. Solo a mi.- Mi corazón comenzó a latir acompasándose y el rubor inundo mis mejillas. Era absurdo sentir vergüenza en esos momentos, y menos por mis recuerdos. Que eran lo mejor que tenía y no me avergonzaban, era solo que dejarlos al descubierto de Dilan era… diferente. No sabía que este podía leerme el pensamiento mientras mantenía mis ojos cerrados.

- ¿Puedes leerle el pensamiento?,- murmuro Amber con horror en los ojos, al igual que Lionel estaba a su lado aferrando a Jeremy.- ¡Eso es una estupidez!,- volvió a agregar enojada y luego le apunto hacia a mi.

Dilan asintió una vez y se lanzó sobre mi, presionándome el cuello de forma brutal. Mis ojos se cerraron en contra de mi voluntad mientras que Dilan murmuraba en mi cerebro,- lo siento…- Mi llanto volvió a hacerse presente. Mi respiración que antes estaba agitada ahora era débil… después de todo era humana, con poderes sobrenaturales y todo, pero era humana, podía sentir dolor… Y no era las firmes manos de Dilan sobre mi cuello lo que me dolía, sino que era por el triste final… El final que también acabaría con el.

- ¡Noooo!,- grito desde el otro lado Jeremy, que intentaba safarse de los brazos de Lionel,- ¡No lo hagas, por favor!

Dilan se tenso, y presiono mi cuello con aun más fuerza. Mi cuerpo dio un salto en el piso y mis tendones comenzaron a contraerse provocándome dolor. Sentía como si mis piernas se acalambraban poco a poco. Sentí la impaciencia de Dilan, ¿acaso quería acabar conmigo de a poco?... intente no pensar en ello, ni en como se sentía… Eso le afectaría en futuro, así que continué recordando nuestros felicites momentos, para que pudiera aferrarse a mi recuerdo…

Dilan soltó un gruñido de impaciencia. Que al principio me asusto, mi momento ya estaba acabando, mis pulmones se encontraban ya vacíos y no podía aspirar aire alguno.

- ¡Tu la amas, Dilan por favor!,- la voz de Jeremy se perdía en las oscuridad, en mi oscuridad. Podía sentir el nudo en la garganta y la humedad de sus ojos. Podía sentir el calor de Amber, expectante y excitante. La felicidad que le atraía a la visión de mi muerte. Y podía sentir el nerviosismo de Lionel, sus manos sudadas sobre el cuerpo de Jeremy.

La oscuridad fue más profunda hasta el punto en que no podía sentir nada, ni los cuerpos. Ni las firmes manos de Dilan sobre mi cuello. Me deje llevar por el frío que comenzó a rodearme, mis manos se helaron junto con mi cara, luego paso a los pies y al resto del cuerpo. Ahora estaba sola, me sentía sola. No podía mover nada. Mis ojos estaban aun cerrados. El silencio era tal que daba pánico. ¿Es que ya estaba muerta? ¿Era así la muerte? Fría y solitaria. Comencé a convulsionar por el frío. Intente mover los dedos de las manos, pero sentía que se me quebrarían en el acto. Olvide los dolores y las convulsiones. Mi estado se veía igual en cada momento. No sentía hambre ni tampoco tristeza por lo ocurrido. Tenía deseos de volver a mi casa, ver a mi madre… y platicar con mi padre de su trabajo. Necesitaba sentir el calor de los cerros y del valle. Necesitaba volver a mi rutina original. Donde despertaba temprano en las mañanas para ir a la escuela. Quería ver a mis amigos, aquellos que deje de ver por mis estados de animo. Quería ir a fiestas. Quería mi vida normal, antes de conocer a Dilan, lo quería todo excepto a el…