domingo, 8 de marzo de 2009

Capítulo Nº Catorce.

Algo nuevo.


Desperté en el sofá donde estaba aferrada a Dilan anoche. Pero solo tenía entre mis brazos una almohada. Mire hacia todos lados intentando buscarlo por sobre la oscuridad que enmanaba la cueva, pero no se encontraba ahí, o por lo menos mis ojos no podían captarlo. El silencio era profundo y escalofriante. Me levante lentamente del sofá y llame a Dilan en voz baja, solo se pronuncio un eco a lo largo de la cueva. Un temblor se apodero de mi cuerpo. Dilan no se encontraba ahí. Así que camine rumbo a la salida. Para encontrar al descapotable. A lo mejor podría estar ahí escuchando música. Al salir de la oscura cueva los rayos del sol me segaron y me tabaleé por el camino de tierra. Llegue al lugar donde supuestamente había aparcado el descapotable Dilan en la noche, pero no se encontraba ahí ni a lo largo del gran camino de tierra. Camine hacia la oscura y fría cueva nuevamente y volví a sentarme en el viejo sofá, me temblaban las piernas y las manos. Sentí otro escalofrío y me volví para recoger la manta con la cual estaba tapada. Encontré mi bolso de mano en el suelo. Me sorprendió al verlo, pues yo lo había dejado debajo del asiento en el vehículo de Dilan. Me levante en busca de mi maleta. Me entro el pánico, pues pensé que Dilan se había marchado y me había dejado ahí con todas mis cosas. Pero no hubo rastros de mi maleta, eso me tranquilizo. El debía de volver. No podía dejarme sin ropa. Solo me preguntaba, en donde estará, y haciendo que. A lo mejor yo era peligrosa en este momento, debido a que ya había desarrollado mi poder. Recordé que aun no sabía en que me había convertido. Me toque el rostro con las manos, pero seguía igual. Que tonta, creí por un momento que mi rostro iba a cambiar. Saque un pequeño espejo de mi bolso de mano para observarme, me veía amarillenta. Tenia los cabellos desordenados y ojeras debajo de los ojos. Pero seguía con mi rostro de siempre. Solo que un poco somnoliento. En seguida decidí que tenía que poner manos a la obra para poder descubrir el poder que había obtenido, luego de tomar ese liquido color café. No estaba segura de como empezar. Comencé por recordar varias películas donde mostraban diferentes tipos de poderes sobre humanos. Se me vino a la mente X-Men, era una de las películas preferidas de mi querido padre Leandro. Quise saber antes que todo si tenía la misma facultad que la de Dilan, el de Telepatía. Pero me era imposible comprobarlo si estaba totalmente sola. Me concentre en los poderes en donde no necesitara gente. Recordé enseguida a Magneto, el personaje malvado de la película, que controlaba el metal. Busque algo de metal sobre las repisas que se encontraban en las paredes de la cueva y encontré un frasco metálico intente moverlo pero me fue imposible. Luego pase a la metamorfosis, pero tampoco resulto. La verdad es que me sentía tonta intentando hacer todo eso. Pero era necesario, me dije a mi misma. Probé luego con la velocidad como el personaje Sapo. Pero no. Corría con la misma lentitud de siempre. Y así pase de poder en poder intentando descubrir cual era mi facultad, sin resultados. Ya me encontraba agotada de tanto trabajo. Había estado haciendo cosas ridículas como saltar de una roca hacia abajo durante dos horas sin resultado alguno. Mi estomago comenzó a gruñir de hambre. En esa fría cueva no se hallaba nada de alimento, y no tenía como salir de el. Me senté en aquel sofá que tanto me agradaba y saque mi teléfono móvil de mi bolso de manos. Eran las 3:30. Me preocupaba el paradero de Dilan. No aguante la curiosidad y le marque. Luego de unos cuantos pitidos pude oír su voz por el teléfono.

- ¿Catlhen?...¿Estas bien? -. Dijo rápidamente y con preocupación en la voz.
- Si, no te preocupes... solo quería... saber donde te encontrabas.
Hubo un largo silencio.
- Tranquila. Ando cerca. ¿Tienes hambre?
- Dilan... - Por mucha hambre que tuviera me importaba más saber donde se encontraba. Detestaba cuando intentaba cambiar de tema.
- Lo siento, debo cortar. Nos veremos pronto. Te quiero.
- Pero... - Ya había colgado.

Algo no iba bien, lo presentía. La voz de Dilan sonaba muy preocupada y se notaba que algo le afligía, hablaba con demasiada desesperación. Me recoste en el sofá intentando aclarar mis ideas. Y un sonido hizo que saltara. Era la cancioncita que tenia como tono en mi teléfono. Mire la pantalla para ver si era Dilan quien me llamaba, pero era un número extraño. Presione el botón verde y me llevé el móvil hacia la oreja.

- ¿Diga?
- ¿Catlhen, eres tu?
- Si. Con quien hablo...
- ¡Ha! Hola, soy Jeremy. ¿Me recuerdas?
- Oh,- no pude articular otra cosa. Jeremy era mi antiguo mejor amigo, y mi antiguo primer amor. El motivo por el que decidí salir de mi casa. Una persona a la cual nunca pude olvidar antes de que apareciera Dilan en mi vida.
- ¿Donde, has estado todas estas vacaciones?-. No entendía el porque de su llamada. Nuestros lazos habían acabado hace un año, luego de una fuerte discusión. Luego de eso, nunca más nos dirigimos la palabra. Y resulta que ahora me hablaba como si nada hubiese pasado.
- A que viene todo esto Jeremy.- Intente que la voz me saliera potente, pero no me resulto.
- Oh, eh... solo quisiera saber donde estas.
- ¿Porque?-. dije confusa.
- Necesito hablar contigo. Solo dime donde estas.
La cabeza me empezó a dar vueltas. Que era lo que sucedía. Aunque quisiera decirle mi paradero no podía por varios motivos. Primero, era peligroso para el. Y no metería a más gente en este asunto. Menos a Jeremy, pues le quería en verdad. No más que a Dilan claro. Dilan era ahora parte de mi vida. El segundo motivo era porque no podía contarle la verdad. Y la tercera era porque simplemente no tenia ni la menor idea de donde diablos me encontraba.
- ¿Cathlen, estas ahí?
- Si, si... es solo que.. - No me dejo continuar y hablo.
- Solo dime donde estas.
- Jeremy, yo no lo se..
- Mira tu alrededor y dime que vez.
Suspire profundamente. No sabía que hacer. Dirigir hasta aquí a Jeremy era peligroso. Pero no quería estar sola. Y no sabía si Dilan volvería, ya que su "Nos veremos pronto" , sonaba algo lejano.
- Estoy en la cordillera, es una cueva, por entre los cerros.
- Ok, se donde te encuentras iré de enseguida a por ti.
Colgó.
- Pero...

Ha, como detestaba que hicieran eso, acaso no sabe la gente que es de mala educación colgar sin antes despedirse o esperar la respuesta del otro. Bueno en verdad los asuntos de protocolo no importaban ahora. Me puse nerviosa. Y me arrepentí de decirle donde me encontraba a Jeremy. Fue una total estupidez, me decía a mi misma una y otra vez. Puse mi móvil el el bolsillo de mis jeans y me recoste en el sofá cerré los ojos, e de inmediato comencé a soñar.