sábado, 28 de febrero de 2009

Capítulo Nº Diez

Rumbo a cordillera.

Desperté por el sonido de mi móvil. Había colocado el despertador para tener tiempo de recoger mis pertenencias y echarlas a la maleta. Eche lo poco que había traído de mi ropa para el viaje desordenada dentro de la maleta, no tenía tiempo de doblarlas una por una. Me cambie de ropa rápidamente. Mire por la ventana para contemplar el clima y así ponerme algo adecuado por el tiempo, pero la oscuridad era intensa junto con una neblina. Me coloque unos jeans anchos de pies y mi blusa preferida. Era de seda y de color café con mangas cortas acornada. Era abotonada por el frente. Saque mi chaqueta de cuero de color azul mar por si el frío era mayor de lo esperado. En ese momento sentí un leve golpecito en la puerta. Y Dilan se asomo por ella.

- Vamos. - Su rostro era perfecto como siempre, sus ojos estaban iluminados por un leve brillo, pero sus ojeras de color purpura sobre sus ojos dejan en evidencia su falta de sueño y cansancio. Me sorprendí porque aun somnoliento se veía hermoso.
- Claro-, le dirigí una tierna sonrisa, a la cual el correspondió.

Tomo mi pequeña maleta y bajo silenciosamente y sin dificultad las escaleras hasta su apercibido BMW M6, su descapotable color negro que brillaba en plena oscuridad de la noche. Me senté en el copíloto, mientras esperaba a que Dilan terminara de traer unas cajas. Saque un elástico de mis desgastados jeans y me hice una coleta. Se me escaparon unos mechones de pelo, los coloque detrás de mi oreja para que no me molestaran la vista.
Dilan salio de la casa y se monto al carro de un salto.

- ¿Donde iremos?, - mi pregunta era por simple curiosidad, no me importaba ir a cualquier lado si Dilan estaba a mi lado.
- Hacia la cordillera. Es el lugar más seguro por ahora.
Me preocupo un poco, mi vestuario no era muy amplio y menos para soportar las bajas temperaturas de la cordillera. Dilan se entero al instante y me miro con una sonrisa en el rostro.
- Claro, no te preocupa ir a la cordillera por lo lejos... ¿Sino por la ropa? - Se echo a reír.
- Pero no se si mi ropa aguante las temperaturas, - La verdad es que ni sabia por que le decía eso, si el ya lo sabia. Su risa me había descompuesto la razón común, y hablaba como idiota. De todas formas el ignoro mi comentario.
- Me hubiera gustado salir del país, pero bueno es complicado. - Se sonrió como si disfrutara de un pequeño chiste interno. Y luego soltó una risa burlona.
- Te ríes de mi edad. - Dije un poco enfadada.
- No te enfades Cathlen, si aun eres un bebe.
- ¡Va!, y que ahí con ello, tu me sobrepasas en dos años o menos...
Mi miro burlón. ¿Que acaso me sobrepasaba en más de dos años?
- Tengo Veinte Cathlen.
No podía ser, si interpretaba como un adolescente de 18 máximo. En seguida se me paso por la mente una taquicardia de mi madre al enterarse de la locura que estaba haciendo. Sentada en un descapotable a toda velocidad rumbo a la cordillera con ropa inapropiada y con un hombre con cara de adolescente extremadamente guapo, ¡que resulta que es universitario!. Pobre de mi madre, y pobre de mi, si mi padre se enteraba. Dilan soltó una estruendosa carcajada al escuchar mis pensamientos.

- Eres un lío.- Dijo aun carcajeandose.
- Vale, vale.

Observe a Dilan al volante. Estaba concentrado en la carretera y sostenía el volante con sus dos manos. Note nuevamente su cansancio expresado en su rostro. Me preguntaba el motivo del cual no haya dormido bien. ¿Acaso le preocupaba demasiado todo el asunto de Amber?. Se que era una locura que no me preocupara yo. Pero al estar al lado de Dilan, me sentía tan segura y calmada. Que nada podía ponerme nerviosa.

- ¿Dormiste algo Dilan?
- No te preocupes. Estoy bien, - Me miro de reojos y me esbozo una sonrisa.
- Dilan... -, Lo mire seria y con preocupación, - Si quieres puedo manejar, y así duermes un poco.
- Olvídalo, no te dejare manejar. - Su voz era tensa.
- No le haré daño a tu coche.
- No es el auto lo que me preocupa. - Se sonrió.
- Venga, confía.
Inclino la cabeza hacia un lado en son de duda.

Sabía conducir un automóvil. Bueno no uno de lujo como ese. Pero era un auto al fin ¿No? Aunque aun no tenía mi licencia debido a mi menoría de edad. Mi maestro había sido mi padre Leandro. El tenía un Hyundai del 98.

- Vale, toma el volante.
Lo mire con ojos saltones.
- No... te... detendrás.
- No podemos darnos el lujo de perder tiempo. Amber es perspicaz.
- Oh.

Tomo de mis muñecas guiándolas al volante. Pase por encima de el y despacio coloque el pie en el acelerador mientras el lo quitaba con la misma delicadeza y se deslizo al asiento de al lado.
- Mantiene la misma velocidad. Y siempre en dirección recta.
- Vale. Descansa Dilan.
Asintió con la cabeza.
- Cualquier cosa, me despierta eh.
- Claro claro.
Se giro apoyando su cabeza en el vidrio. Encendí las luces altas, no se podía apreciar la carretera debido a la espesa neblina. Claro Dilan podía prever cualquier carro descarrilado y posicionado gracias a su Telepatía. Mire la hora en el panel. Eran las 5:20 de la mañana.
El camino fue rápido y pronto pude ver en el horizonte unos rayitos de sol saliendo tras la cordillera que se veía lejana. Mire nuevamente el reloj en el panel del auto. Las siete en punto. Llevaba casi dos horas conduciendo. Mire a Dilan que dormía profundamente, apoyado en el vidrio. Escuche el sonido de mi móvil. Pase la mano por debajo del asiento de Dilan, donde se encontraba mi bolso de mano. Sin despegar la mirada de la carretera. Mientras sacaba el móvil del bolso comencé a maldecir por no andar trayendo el estúpido manos libres. Que de bastante ayuda me podía hacer en estos instantes.