martes, 17 de febrero de 2009

Capítulo Nº Tres.

¿Alucinación?


Sentí como el tiempo se congelaba en aquel lugar. Me tiritaban las piernas y me temblaban las manos. En ese momento sentí un vació en mi cabeza. No pensaba nada. Y oía ¿voces?. Dios que me pasaba, me sentía como una loca. Oía una voz dulce pero lejana, y no era la de Thomas o los demás chicos. Era una voz que no se producía con palabras ni salia de la boca. Era una voz mental. Le puse atención a ese terco sonido en mi mente. Pronunsiaba mi nombre una y otra vez. Deseaba encontrarme. ¡Oh por Dios era Dilan!

- Cathleen donde te encuentras, vamos piensalo.- Retumbaba su dulce voz en mi cabeza. ¿Como podía ocurrir eso? Me limite a imaginarme en mi mente el lugar donde estaba. Todo era tan oscuro que no sabía realmente que imaginar y no podía pensar otra cosa que en esa suave voz de Dilan. ¿Sería una alucinación?. ¿Una bella y estúpida alucinación?. En estos momentos. Me había olvidado por completo de los caballos que venían hacia a mi. Lance un grito desesperado y fue cuando sentí los duros y cálidos brazos de Dilan rodeándome y saltando hacia un árbol conmigo encima. Mi respiración se acelero junto con la de el. No podía ver nada, solo vi sus ojos que brillaban, era lo único que podía ver, era plateados como los de un gato. Pero más hermosos, y no eran con postura de asecho más bien dulces.

- No tengas miedo - Susurro a mi oído. - Aquí estoy.
No reaccionaba, esta endurecida y no podía soltar ninguna palabra. Mi mente solo intentaba recordar esa voz. Me bajo cuidadosamente del árbol y me sentó en el suelo. Apoye mi espalda contra el tronco. No le quitaba mi vista de sus ojos, que era lo único que podía observar. Me soltó las manos y se alejo.
Ya no podía ver los brillantes ojos y todo era oscuridad. El sonido de los caballos se alejaban y oía a los lejos los gritos de Thomas y los demás.
- No le digas a nadie lo que a sucedido - Sentí de nuevo la voz de Dilan y mire hacia todos lados buscando esa dos luces plateadas, pero no las encontré y me di cuenta de que era mi mente de donde provenía la voz. Vi a lo lejos una luz plateada. Pensé por un momento que era Dilan, pero luego me di cuenta de que era la luz de una linterna. Era Thomas que venía hacia mi con los demás chicos. Entramos a la casa y me sirvieron un Té caliente. Mire hacia todos lados intentando buscar a Dilan, pero no se encontraba ahí.

- ¿Donde se encuentra Dilan? - Pregunte mostrando más de lo debido mi preocupación.
Kellan me lanzo una mirada. No pude percatarme si era de furia o sorpresa.
- Fue a buscar ayuda, por si salias lastimada - Dijo con con tranquilidad.
- Lo llamare para que se devuelva - Kendra tomo el teléfono móvil y marco.

No entendía nada de lo que estaba pasando. Decidí ir a mi cuarto para descansar. La Tía Marta me dio unas brazadas para la cama y me fui a dormir. Cuando entre a la habitación vi un bulto en la cama, me asuste y pegué un grito. Mi boca no alcanzo a soltar el chillido. Dilan había tapado mi boca suavemente.

- ¿Qué haces aquí?, la Tía te puede ver, y abra problemas.
- Tranquila, ella no se enterara. Soy bueno en esto. Créeme - Sonrió.
- Ok. ¿Y que necesitas? - No tenia intenciones de charlar de lo sucedido. Necesitaba aclarar mis ideas y saber si mi "Alucinación" era cierta o no.
Soltó una fuerte risa.
- ¿De que te ríes? - Dije con enfado en la voz.
- Nada nada. Vine a hablar de tu "Alucinación" - Hizo las comillas con los dedos mientras se reía. - Se tus dudas, y pretendo aclararlas.

Ahora entendía aun menos. Estaba hecha un lío.
- ¿Eras tu realmente, el de la voz... en mi cabeza? - ¡Dios, eso sonaba totalmente estúpido, me sentía como una demente!
- Jajaja, es extraño no.
Lo mire enojada, sentía que se reía de mi.
- Lo siento. Yo soy el del problema. - Se puso serio.
- Oh, gracias a tu "problema" salvaste mi vida. Gracias - Agache mi cabeza, me estaba sonrojando y eso no era bueno para mi.
- Tengo una duda. - Pensé que sabría cual era, así que espere para que me contestara. Pasaron unos segundo y puso cara de pocos amigos.
- ¿Cuál? -
- Oh, pensé que la sabrías.
- Te refieres a lo de la voz en tu cabeza. - Soltó otra risa.
- Mm no aun esa no. ¿Porque le dijiste a los demás que irías a buscar ayuda, porque les mentiste?
- Oh ¿tanto te preocupa que mienta? - Miro hacia la puerta asustado - Debo irme, duérmete.
- Pero... - De nada servía hablar, se había marchado.

Me acoste y me tape con las brazadas que me había entregado la Tía Marta. No entendia lo que sucedia. Pero estaba agradecida de que Dilan salvara mi vida. Pero tenia que descubrir que era lo que pasaba. Y esa voz. Esa suave voz. Tenía que averiguar como podía hacer eso.