jueves, 30 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y siete.

Silueta.





Al sentir sus calidos labios sobre los míos quede perpleja en el lugar, movió una de sus manos hacia mi cintura y la otra la enredó en mis cabellos, apretando mi rostro contra el suyo. Mis labios que por un momento se entumecieron ahora estaban calidos y sentía un hormigueó en los pliegues del labio superior. Jeremy me aferro por la cintura atrayéndome aun más hacia el, como si fuera a escapar. Mi mente estaba en blanco y no podía reaccionar, cerré los ojos, me sentía aturdida y a penas los cerré llegaron a mi imágenes y sensaciones, podía escuchar el tormentoso latir de Jeremy y los árboles agitándose a nuestro alrededor. Pero luego de eso la imagen cambio, ahora me mostraba a Amber y su compañero Lionel. Sus cuerpos estaban tibios y tranquilos, pude percibir otro calor más sofocante que me hizo intentar retroceder, pero los brazos de Jeremy me tenía sujeta a el y no había forma en poder escapar a menos que utilizara mi poder, pero me sentía muy vulnerable para utilizarlo. El calor comenzó a apoderarse de mi cada vez más y pronto pude ver una silueta esbelta detrás de Amber y Lionel, me concentre para poder verlo, pero me era imposible. Jeremy abrió su boca aun pegada a la mía. Pude captar lo que se proponía. Ladeo su cabeza unos centímetros. El quería... quería... Intento moldar sus labios con los míos apasionadamente. Su cuerpo ardía de pasión, lo pude sentir. Enseguida y sin pensar intente correr mi cabeza hacia un lado para esquivar su segundo beso, que por lo que mi intuición me gritaba, no sería nada de igual con el primero. Pero Jeremy me sostuvo fielmente la cabeza y no pude moverme ni un centímetro. Al ver que su rostro se acercaba cada vez a mi lo lancé lejos hacia el suelo. Jeremy pego un grito en el suelo, al verse inmovilizado.

- ¡Hey! Tramposa,- gimió tomando sus piernas que parecían muertas.

No estaba de humor para responderle nada, con lo caliente que estaba de seguro le fracturaría todo el cuerpo. Su beso no me había provocado nada. Mis sentimientos hacia Dilan eran tan fuertes, que era imposible sentir algo más que cariño hacia Jeremy. Aunque alguna vez sentí algo por el. Pero no tan fuerte como lo que sentía cuando estaba con Dilan, el era diferente. Todo era diferente...

Le di las espaldas y me concentre en la silueta, cerré los ojos nuevamente e intente averiguar que era aquello que se me hacia tan familiar. Ignore por completo los bruscos palpitares de Jeremy intentando producir algo de movimiento con sus piernas y me concentre en lo lejano del bosque. La silueta estaba inmóvil, pero de ella procedía cierto calor que me turbaba. Estaba segura de que pertenecía a una persona... y no a aquellos seres, el bombear de su corazón era distinto, era como si cada palpitar que diera lo hiciera con una delicadeza y cuidado máximo. Olvide todo para concentrarme en la silueta que ahora veía pero difuminada. Estaba atento cada movimiento, cada sonido. Se encontraba alerta de algo. Jeremy poso su mano en mi hombro delicadamente, sacándome del transe de excitación. Abrí los ojos de golpe, había olvidado mantenerlo inmóvil, y se había liberado de mi poder. Mi corazón comenzó a palpitar más deprisa al no sentir ni ver a aquella silueta. Me sentía vacía. Y ansiosa de volver a cerrar los ojos, para contemplarla.

- ¿Sucede algo Cathlen?,- me voltee para mirarlo,- Yo... lo siento. No quería...

Interrumpí su discurso, no había tiempo para disculpas y tampoco estaba para dárselas. Así que lo calle.

- Shh, luego te regañare,- intente ser convincente, pero me salio algo infantil.- Ahora déjame que estoy en medio de algo.

El asintió sonriente y se alejo unos cuantos pasos de mí.

Volví a cerrar los ojos impaciente, y enseguida la imagen que estaba esperando voló a mi cerebro. Ahora todo estaba completo, podía sentir su respiración, y su acompasado corazón que latía con precaución. No podía comprender bien su expresión, su rostro estaba rígido y su postura era la de un cazador. Amber y Lionel se encontraban adelante de el discutiendo algo que no podía oír. Dilan ni se molestaba en mirarlos, su vista estaba enfocada al bosque, entre medio de los árboles. Echa un lió de que hacer, abrí los ojos y me voltee para buscar a Jeremy, que se encontraba de brazos cruzados haciendo círculos con el pie en la tierra del suelo.

- ¡Es Dilan!,- grite pegando saltos hacia el.

Jeremy abrió sus ojos al punto que parecían que se les iba.

- ¡Esta vivo!,- volví a gritar.

Jeremy estiro sus brazos por alrededor de su cuerpo y suspiro pesadamente.

- ¿Esta con la bruja esa y la tabla humana?

Asentí mientras unas lágrimas salían precipitadamente de mis ojos.

- Bien, manos a la obra entonces, acabemos con esto de una buena vez.

Abrió el paso, tomo de mi mano y me llevó hacia el bosque casi corriendo. Echamos a correr por el bosque sin decir ni una palabra, Jeremy me soltó y se hizo a un lado. Luego volvió a mi lado pero transformado de un leopardo. Su tamaño era inmenso, me insito a montarlo a lo que yo aprobé sin dudar y nos adentramos camino hacia donde se encontraba mi novio y mi enemiga...

domingo, 26 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y Seis.

Inmovilidad.






Me voltee para mirar a Amber y a Lionel que se encontraban expectantes por mis ataques sin movimientos. Llevé levemente mis manos hacia mi garganta, sentía ardor por la presión de las manos de aquel ultimo ser.


Amber luego de recomponer su expresión comenzó a reír precipitadamente e hizo unos chasquidos con los dedos. Cerré los ojos para sentir y ver que era lo que tramaba ahora. Pude ver unos diez seres más sobre los árboles. Diablos, no podría con ellos, estaba sin fuerzas. Maldita de Amber y su cobardía. Los seres pegaron un salto hacia donde me encontraba. Quede aturdida, se habían recompuesto enseguida luego de aquel salto, que era aproximadamente unos seis metros de alto. Note que estos seres eran diferentes a los que había derrotado, estos me miraban a mí. Una desventaja poco eludible.


Mis piernas empezaron a flaquear y me mente comenzó a perder la conciencia… mis ojos al cerrarse pudieron captar una onda de calor extremo, pero este no provenía de Amber ni de Lionel o de los seres, era de un animal que corría a una gran velocidad hacia mi dirección. Pensé un momento en que venía a atacarme, pero vi en sus ojos algo familiar. Eran los ojos de Jeremy. Antes de que mi cuerpo cayera abruptamente al suelo Jeremy me tomo entre sus brazos, ya no era el puma que había observado en mi mente, pero su calor era el mismo. Vacilé un momento pero luego de unos segundos me aferre a su cuello débilmente. Comencé a perder el conocimiento y ya no oía nada ni tampoco sentía. Jeremy noto la rigidez de mi cuerpo y noto también que estaba tomando más peso.



- ¡Cathlen, no! ¡Te necesito aquí conmigo!,- grito mientras me acariciaba la cara. Intente abrir los ojos, pero solo logre ver luz en exceso y no podía ver nada en concreto. Así que los cerré y me concentre en ver las imágenes en mi mente de todo lo que sucedía en los alrededores.


-Bien,- dije en un susurro.



Jeremy observo a los diez seres con algo de preocupación y luego le lanzo una mirada de furia hacia Amber, esta lo miro compasiva y con la mirada ida en el rostro de Jeremy.



- Déjanos ir,- le dijo Jeremy.


- Lo que tú quieras.- le contesto Amber.- pero llevarás contigo estos amigos míos. Sabes lo que quiero.


- ¡No!,- grito.


No podía estar conciente más tiempo y apreté el hombro de Jeremy para que entrara en marcha. Jeremy me dedico una mirada y luego susurro a mi oído.


- Necesito que te aferres a mi lomo lo que más puedas, entierra tus uñas en mi si puedes.



Un escalofrío recorrió mi cuerpo. Jeremy quería hacer su transformación conmigo encima, pero no estaba segura si podría seguir conciente mientras el corría por el bosque. Y el no podría sostenerme si se convertía en un veloz animal. Asentí con la cabeza sin mostrar mi preocupación. Jeremy dio un paso vacilando y luego grito.



- ¡Ya!,- Comenzó a correr por el amplio prado. Me lanzo hacia arriba y no tuve donde aferrarme, cuando comencé a descender vi al gran lobo que se había transformado, caí sobre su lomo peludo y me aferre como pude del pelaje color café opaco. El animal soltaba de vez en cuando fuertes gruñidos, tuve dos teorías, o se estaba intentando comunicar conmigo o intentaba asustar a los seres que nos seguían un par de metros atrás. El frío viento golpeaba mi cara pero hizo que despertara de la sub inconciencia, los cabellos comenzaron a agitarse sobre mi cara dándome golpes como elásticos. Me aferre con más fuerza del pelaje de Jeremy y pose mi cabeza en su cuerpo. Cerré los ojos con fuerza y me concentre en los seres que nos perseguían. No podía dejarlos inmóviles debido a mi falta de concentración y al movimiento que se efectuaba. Intente de todas las maneras frenarlos, pero me fue imposible. Debía de parar para poder atacarlos con mi poder mental. Se me ocurrió una idea y me acerqué al rostro de jeremy, es decir… del animal.



- Ehh… Jeremy… pues… tengo una idea.


El animal maulló en dirección hacia el cielo. Me lo tome como una respuesta parecida a ¿Cuál es tu idea? Así que continué.


- Necesito que te detengas unos momentos para dejarlos inmóviles. Me es imposible utilizar mi poder mental… aquí.



El gigantesco lobo asintió con su cabeza varias veces. Bien me lo hacia más fácil, en vez de andar maullando quizás que cosa. Retrocedí más sobre su lomo poder debajo de su cuello para poder deslizarme hacia el suelo con más facilidad. El lobo freno en seco y mi cuerpo se meneo con brusquedad, pero no había tiempo de estabilizarme. Me solté del pelaje del animal y mire con dirección hacia el bosque, cerré los ojos apretándolos y cerrándolo los puños a un costado de mi tronco. Vi las imágenes en mi cabeza de enseguida, los seres se acercaban a paso rápido. Forcé mi mente a concentrarme en sus tobillos y sin pensar en el sonido que este provocaría fui aplastando su calcáneo. Así lo hice con los diez seres, que se retorcían de dolor en el suelo. Abrí los ojos con una sonrisa de victoria, tenía ganas de saltar en el lugar y ponerme a cantar. Escuche a Jeremy soltar de entre sus dientes un bufido o algo parecido a un suspiro. Se acerco a mi con velocidad y con su cabeza me lanzo de nuevo a su lomo, comenzó a correr nuevamente. Satisfecha me abrigué con su pelaje liso. Mis fuerzas estaban en su límite.



Luego de un buen momento con la brisa sobre mi rostro, cerré los ojos nuevamente para percibir a Amber y a su compañero. Pero no los pude captar. Eso quería decir que estábamos fuera de su alcancé. Me tranquílese y trague un gran bocado de aire que me lleno los pulmones.




Ya se estaba haciendo de noche cuando le pedía a Jeremy que volviera a su forma humana, el no poder comunicarme con el me agobiaba. Era incomodo ser yo la que hablaba y el maullaba cosas sin sentido para mi.



- Listo,- dijo luego de salir de unos árboles.


Le sonreí cariñosamente.


- Gracias,- comencé,- no hubiera podido sal…- Jeremy no dejo que terminara. Me tomo entre sus brazos rodeándome la cintura y me beso.





sábado, 25 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y Cinco.

Enfrentamiento.

Me baje aturdida del descapotable de Dilan, pensando que su voz me inundaría nuevamente y así podría enfocarme más a la realidad. Pero esto no sucedió para mi mal augurio. La voz de Dilan no volvió a resonar en mis adentros, ni a impedirme descender del carro.

Camine sin rumbo fijo, la idea era alejarme lo más posible del convertible. Debía enfrentarme a Amber, y Jeremy llegaría en cualquier momento. Era obvio que me encontraría de todas formas, pero me daría tiempo para enfrentar a Amber sola. Además no quería que el carro fuera algún tipo de obstáculo.

Luego de alejarme lo suficiente del carro, cerré los ojos y me concentre en el bosque. Buscando nuevamente aquella figura que me había perturbado. Necesitaba seguirle cada paso. Sentí su calor y su sangre pulsante tras su piel. Intente moverme aun con los ojos cerrados. Debía acostumbrarme a ese palpitar sobrehumano. Otro sentir acaparo mi mente, pero esta vez no se mostraba con imágenes, sino solo con lo táctil. Podía percibir más formas a lo lejos. Eran sólidas como una roca, pero tenían movimiento. Su paso era vacilante pero firme. Sentía sus pasos en mi mente, eran torpes. Parecía que pidieran permiso a un pie para moverlo y luego al otro. Comencé a irritarme al no poder ver esas figuras, el sentirlas no me ayudaba a reconocerlas.

Abrí los ojos de inmediato cuando sentí el calor irradiante de Amber más cerca. Ahí se encontraba, con su habitual sonrisa irónica, pero en lo más profundo no sonreía, sino que se retorcía por la rabia y la ira. Cerré los puños inconscientemente. Mis ojos que en un principio se habían posado en Amber, pasaron de inmediato al cuerpo vacilante de su compañero. Lionel. Este miraba incrédulo a Amber con los hombros rígidos y con la respiración acompasada al igual que en mi visión.

- Valla, me sorprende que estés sola,- especulo Amber cruzándose de brazos y manteniendo su sonrisita que me irritaba. Su mirada se poso en los alrededores del bosque.

Esbocé una sonrisa al captar lo que ella intentaba buscar. A Jeremy. Cuando esta termino de inspeccionar el lugar, pozo su vista en mi rostro. Sus ojos expectantes captaron mi sonrisa y pegó un gruñido receloso.

Se encogió de hombros unos segundos y luego retomo su postura defensiva y avasalladora.

- No necesito compañía,- dije a la defensiva.

Lionel se tenso más aun en su lugar, relajo sus brazos llevándolos hacia su espalda, movió su cuello de un lado a otro e intento relajar la postura junto con sus hombros. Algo que no consiguió. Amber al notar mi expresión de interés en aquella postura le lanzo una mirada fugaz a su compañero y este retrocedió unos pasos.

Amber volvió su mirada hacia mí y sonrió dulcemente. O por lo menos lo intento.

- Mm, estas en lo incorrecto mi querida prima. Creo que te hubiera sido de utilidad tener compañía en estos momentos.

Mi frente se crispó en esos instantes, entre cerré los ojos para poder captar la tensión más fácilmente. Pero los cerré no por mucho tiempo, debía de estar a la defensa, Amber podría aprovecharse de eso. Al momento de comenzar con las visiones y sensaciones pude ver a las figuras que anteriormente no había podido captar con imágenes. Estas se encontraban a mis espaldas. Esperando alguna señal de Amber. La observaban con sumo interés, como si esperaran más que una señal.

Abrí los ojos de inmediato al percatarme de que el calor de Amber se iba a sus manos, mientras que la sangre de su brazo huía para luego volver.

Amber estiro su brazo y pego un chasquido con sus dedos. Acto seguido tenía a diez hombres a mis espaldas. El número me pillo desprevenida. A falta de mi visión no había contado las sólidas figuras y en mi último pestañeo fue complicado percatarme de ello. Pero que bajo había caído mi prima. Nunca pensé que utilizaría a terceras personas para acabar conmigo. Que cobarde y que inhumana había sido. Me voltee sin perder el sonido detrás de mí. Observe a los diez hombres. Luego de unos segundo caí en cuenta de algo perceptivo e inusual. Los hombres estaban con posturas a punto de atacar, pero sus miradas acaparaban al rostro de Amber, en ningún momento alguno de ellos me echo un vistazo. No comprendía, parecían todos fuera de si. Antes de poder llegar a alguna conclusión Amber dio aquella señal esperada por los seres. Los llame seres porque personas no parecían, sino que parecían zombis salidos de esas películas antiguas. Y no quise llamarlos zombis debido a que estos respiraban e irradiaban calor. Amber luego de proferir su señal que fue un grito muy sutil que me dejo perpetúa, pues había gritado algo como > ¡Atadla! soltó una carcajada gloriosa. Me incline hacia delante con los puños cerrados, no sabía cual era la forma más efectiva de atacar, podía ayudarme de mi percepción de los seres con los ojos cerrados y así dejarlos inmóviles con mi otro don. Pero no tenía la certeza de que este funcionara y no tenía tiempo para pensarlo tampoco. Así que decidí solo utilizar mi primer don.

Dos seres se lanzaron sobre mí de un salto, pero antes de que estos llegaran a mi los lancé contra el suelo solo con mi mente y una vez que cayeron hice que sus huesos de sus pies se fracturaran. El sonido que profirió luego fue como si me enterrara una pequeña aguja en el pulmón. No me alegraba el atacar a seres inocentes, pero no hallaba de otra. La única manera de protegerme sin matarlos era dejarlos incapacitados de seguir atacándome. Luego de repetir la situación con siete seres más mi cuerpo se estremecía de debilidad. Solo me quedaba acabar con uno solo ser, este se encontraba detrás de mi, esperando que me recuperara del último ataque, no había permitido que ninguno se me acercara lo suficiente, esta estaba a menos de dos metros de mi, su mirada al igual que la de los demás seres estaban en Amber, nunca me habían mirado a mi realmente. Me pregunte como lo hacían, como sabían a quien atacar si no me observaban, ¿Sería una pelea justa si yo no tuviera mí poder? Ellos no tienen visión. Pensé. Seria justo. Pero ese no era el caso.

El ser se lanzo sobre mi y me tomo por el cuello, estaba tan ida en mis pensamientos que me pillo por sorpresa, mi mente quedo en blanco y pude descifrar el motivo. Dilan profirió un grito de pavor petulante en mi cabeza. No pronunciaba palabra alguna, solo era un sonido que me aterraba. Mi mente volvió a la normalidad y pude pensar con claridad, tome el peso de que el ser me estaba estrangulando. Intente soltar sus manos sobre mi cuello, pero me fue imposible, estaba débil física y mentalmente. Junte fuerzas mientras mi respiración se volvía cada vez más lenta y caía a la inconsciencia por la falta de aire.

- ¡Soltadla!,- grito Amber hacia el ser que presionaba cada vez con más fuerza.,- ¡Soltadla eh dicho!-. Volvió a imponer.

Volví en si unos segundos, no me iba a dejar derrotar. Cerré mis ojos con fuerza y sentí el calor de aquel ser, sus manos ardían sobre mi cuello. Intente buscar su debilidad para atacarlo con las pocas fuerzas de mi mente que me quedaban. Al fin la hallé y ataque sin pensar como. Su debilidad se encontraba entre el costado de su abdomen, por lo que presioné su pelvis hacia arriba, me basto solo un movimiento de su hueso para que este se dislocará. El ser profirió un grito espantoso y callo al suelo liberándome de sus manos. Me voltee hacia Amber y Lionel. Esta me miraba con horror y curiosidad en los ojos y Lionel unos pasos más atrás tiritaba.

viernes, 24 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y Cuatro.

Visión.

- ¿Sabes donde buscar a Amber?,- pregunte algo impacienté. Iba conduciendo sin un rumbo definido.

Jeremy asintió con la cabeza. Se veía algo confuso.

- Solo sigue derecho, pronto llegaremos a un camino de tierra y debes conducirte hacia el bosque.

Lo mire incrédula.

- ¿Cómo sabes esto?,- pregunte algo atónita.

Jeremy vacilo, como si el mismo no supiera la respuesta.

- Yo… no lo se. Es que tengo una extraña conexión con Amber, pero ahora creo entender la razón.

- Oh,- claro lo que me había dicho el anciano en aquella habitación. Amber estaba “enamorada” por así decirlo de Jeremy, y bueno los sentimientos que posee Amber como su odio hacia a mi, son algo fuera de lo normal, ahí podría estar la razón de aquella conexión.

El camino fue largo y sin paradas. Pronto entramos en aquel camino de tierra que Jeremy había mencionado y nos adentramos al bosque. Ninguno de los dos hablaba, la verdad es que no había un tema. Yo con mis nervios y el con los suyos. Pegue un largo suspiro, entrar en aquel bosque no me hacia muy bien.

- ¡No puede ser!,- chille para mi. Pero no pude agudizarlo y el grito hizo que Jeremy pegara un salto en el asiento.

- ¿Qué sucede?,- grito Jeremy.

Le negué con la cabeza para bajarle perfil al asunto. No era tan grabe como el se lo suponía. Era solo que…

Detuve el vehiculo mientras continuaba con las manos aferradas al volante y con la mirada perdida entre los árboles. Comencé a sonrojarme mientras que Jeremy me fulminaba con la mirada y de vez en cuando echaba una mirada al bosque para encontrar rastros de mi terror. Agache la cabeza posándola en mis piernas y luego enfrente la mirada de Jeremy.

- ¿Por qué te detienes? ¿Qué sucede? Cathlen habla.

Cada vez me sonrojaba más.

- Yo… ehh… lo siento… yo. Se quedo sin gasolina.- dije al fin con rapidez, entre tanto jadeo.

Jeremy sin cambiar su rostro de preocupación, averiguo si lo que decía era cierto. Se movió hacia mi lado y echo una mirada a la aguja del estanque de gasolina. Que estaba totalmente abajo.

Pego un suspiro y luego soltó una carcajada.

- Bien bien.

Lo mire aturdida. Fruncí las cejas al punto en que estas se juntaran.

- ¡Eres increíble!,- dijo aun riéndose.

- ¿Por qué?,- pregunte confusa.

Negó con la cabeza un par de veces.

- Vale, iré a la gasolinera más cercana. No tardare.

Se inclino hacia mí y me beso en la frente. Abrí la puerta y echo a correr por entre el bosque. Claro con su “don” no tardaría mucho en llegar.

Suspire, al menos no se lo había tomado mal. Hubiera sido cualquier otro chico y luego te toma bronca por no haberte fijado en la estúpida aguja. Pero se trataba de Jeremy el piadoso.

- Bien,- me dije a mi misma. ¡Va! Ya estaba comenzando a hablar sola. Pff. Me mantuve quieta en el asiento. Comencé a impacientarme y aburrirme. Estire mis brazos. El viaje había sido algo largo y seria una buena idea comenzar a mover mis articulaciones. Decidí bajarme del vehiculo para caminar un poco, me deslicé hacia un lado mientras abría la pesada puerta. Era pesada para mí. Claro. Un corrida de aire me despeino el cabello llevándolo a mi cara y mi mente quedo en blanco, de pronto solo oía una suave y dulce voz > ¡No te bajes! Mantente ahí.

El viento continúo a agitarme los cabellos, mientras yo solo anhelaba volver a escuchar la voz de Dilan en mi cabeza. Pensé incluso hasta intentar bajar del auto para oírlo. Una neblina comenzó a descender de los copos altos de los árboles, era extraña, pues venia a cubrir de una manera rápida y de una forma fuera de lo común. Dentro de unos minutos el bosque completo estaba cubierto con aquella nebulosa gris.

Comencé a preocuparme por Jeremy, se estaba demorando un poco. Comencé a barajar la idea de hacer mover el vehiculo con mi poder. Pero luego deseche la idea. Eso me quitaría muchas energías y era posible que no llegara a la gasolinera antes de desplomarme. Además quería saber donde se encontraba Dilan, así que debía esperar.

Cerré levemente los ojos, haber si así la hora pasaba más rápido. Ya me estaba desesperando estar ahí sentada todo el rato. Intentaba concentrarme en oír la voz de Dilan cuando un escalofrío me recorrió la columna vertebral y unas fugases imágenes inundaron mi mente. Estaban situadas en el bosque, podía ver y palpar todo aquello, como si en verdad estuviera ahí. Podía sentir las rocas, las hojas de los árboles, todo, hasta la nebulosa a lo lejos. Oía cada silbido y canto de los pájaros en los árboles, aunque no estuviera ahí. Mi visión cambio abruptamente hacia el otro lado del bosque, hacia el arrecifé y se enfoco en dos figuras reconocibles. Sentí la humedad que corría en aquel lugar, como si estuviera rociándome el rostro con su mojada brisa. Como si intentara enfriarme los pómulos y quemarlos con el frío. Me estremecí aun con los ojos cerrados. Las dos figuras caminaban a paso rápido hacia mi dirección. Sentí el calor de sus cuerpos, pero más de uno que de otro. La temperatura de la figura más delgada era elevada, sentía como su sangre hervía, en cambio la otra figura que era algo baja tenía una temperatura regular. Estaba casi helada. Abrí los ojos desorientada, por un momento olvide de donde me encontraba. Mire hacia mi alrededor y me encontré sentada en el descapotable de Dilan. Me cubrí con las manos. Las imágenes habían desaparecido cuando pude reconocer las dos figuras y se borraron por completo cuando abrí los ojos.

Eran mis adversarios, las personas que tenía que enfrentar. Vi la cara llena de odio de Amber, caminando hacia mi, decisiva, brutal. Lionel a su lado le seguía el paso. Pero su postura no era avasalladora, tenía los hombros hundidos y su mirada estaba fija en Amber.


lunes, 20 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y Tres.

¿Intercambio?.

Jeremy lanzo una mirada cariñosa al verme pegada a la ventana mirándolo como tarada. Me sorprendió al no percatarse de mi expresión. Que era llena de dolor. Seguramente ya estaba acostumbrado, desde la noticia de la muerte de Dilan mi expresión se había convertido en algo inanimado. Mi guiño un ojo mientras sacaba unas bolsas de la parte trasera del vehiculo. Di una vuelta y comencé a mascar por primera vez aquel pan integral. Tome pequeños sorbos del jugo sin ganas. No quería menospreciar el desayuno de Jeremy. Y luego tragué el huevo junto con el pan. Busque mi maleta que se encontraba a un lado de un gigantesco armario. Busque unos jeans pitillo algo apretados y una camisa manga corta de color blanco. Me dispuse a bajar sin mirarme al espejo. Llegué a una sala amplia que tenía unos sofás ambiguos pero eran hermosos. Aquella sala que era la entrada de la casa nunca la había visto. Pues las dos veces que había pisando la casa lo hice en los brazos de alguien e inconciente. Jeremy entro por la puerta principal dejando las bolsas en el suelo y corriendo a abrazarme. Me tomo por la cintura y me tomo en brazos dando vueltas. Me aferre de le ya media grogui y perpleja por su reacción. El no se merece esto. Me dije a mi misma con tristeza. Luego de unas par de vueltas más me dejo en el suelo sin soltar mis manos.

- Valla, te ves genial,- dijo sonriéndome. Esa sonrisa tan cariñosa que adoraba. Le devolví la sonrisa.

- Gracias por el desayuno,- dije sonrojándome. Pues la verdad era que me sentía como una niña con tanta atención por parte de Jeremy. Incapaz de hacer algo por mi misma.

- Oh vale, no te preocupes. Traje el almuerzo.- Dijo agarrando las bolsas y caminando hacia…em supongo que la cocina. Le seguí los pasos. Y en efecto, era la cocina, y bien amplia. Era más grande que la habitación en donde dormía. Era hermosa.

- Yo cocinare,- dije mientras me sonrojaba nuevamente.

- Mm., ¿segura?

- Si,- le dedique una sonrisa.

- Vale vale. No quemes nada ¿Si?

Lo mire con mala cara y el se rió.

Mientras sacaba las cosas de las bolsas Jeremy se sentó cerca de la mesa de diario a observarme. Las manos comenzaron a temblarme, me sentía nerviosa con su vista pegada a mi espalda.

- Así que… eem Cathlen…- Me gire para mirarle, comenzó a juguetear con sus manos y parecía que sudaba.- ¿Vas a ir a por Amber?

- ¿Cómo sabes…?

- Hey, no es difícil de adivinar.- Estaba en lo cierto.- Pues, tienes claro que no te dejare ir sola.

Lo mire con tristeza. Estaba barajando la posibilidad de contarle mi conversación con el anciano. El estaría de mi lado. Y así podríamos fingir su “secuestro o muerte”

- Lo se Jeremy.

- … ¿Y no vas a decirme nada?

- ¿Qué quieres que te diga?

- ¡Pues no se! Algún regaño, deberías echarme, que se yo, unas de esas actitudes que tienes.

Sonreí, pero que bien me conocía Jeremy. Nuestros años juntos no eran en vano.

- Jeremy, resulta que… Dilan no esta muerto…

La frente de Jeremy se crispó.

- ¡¿Qque Diices?! ¿Cómo sabes tu eso?

- Solo lo se vale. Bueno no estoy segura. Pero cabe la posibilidad….

- ¡Pero eso es imposible!... ¿Y que harás?

- Pues iré tras Amber, y verificar lo que supongo.

- No te aferres a esa idea Cathlen.- Jeremy se levanto para acariciarme el rostro.

- Lo se Jeremy, pero sin Dilan yo no puedo ni quiero existir.

Me aferro a su cuerpo consolándome. La verdad que entendí su actitud, pero mis ojos ya no caían lágrimas.

- Jeremy, esto… eh… necesito tu ayuda.- No sabía como empezar ni como se lo iba a tomar.

- Lo que sea Cathlen,- nos separamos y quedamos mirándonos de frente.

- Amber… esto. Amber se ah enamorado de ti.

Pensé que le iría a dar un ataque apenas pronunciaba la palabra “se enamoro”, se quedo tieso en el lugar con los ojos abiertos de par en par.

- Mi idea es engañarla. Hacerle creer que si no deja libre a Dilan, te matare.

Los ojos de Jeremy se abrieron con más intensidad.

- ¡Quieres hacer un intercambio!,- grito enfadado.

- ¡No, no! Jeremy, no es un intercambio. Es para engañarla.

- ¡Pues a mi no me parece que fuera eso… Tu quieres desacerté de mi para recuperar a tu novio!

- No seas cruel Jeremy. Te necesito.

Movió su cabeza de un lado a otro. No pensaba cooperar.

- Bien. Si no piensas ayudarme tendré que secuestrarte por las malas,- dije furiosa y cruzando los brazos,- y mira que no me será nada difícil hacerlo.

- No serias capas...,- dijo achicando sus ojos.

- ¡Pruébame!,- le incité.

Pego un suspiro. Sabía que conmigo no podía, le llevaba en ventaja mi poder.

- Eres egoísta Cathlen.

Su comentario me había dado en el blanco. Sabía que estaba siendo egoísta. Yo no quería involucrarle en todo esto. Pero en verdad lo necesitaba.

- Vale, gracias por tu NO ayuda,- dije enfadada y me dispuse a subir al segundo piso. Saque mi maleta de bajo de la cama y luego baje las escaleras. Jeremy se encontraba de brazos cruzados a un costado de uno de los sofás. Lo observe de reojos mientras recogía las llaves del descapotable y salía de la casa. Me monte en el carro y lo encendí.

- ¡A donde vas!

- ¡Sabes bien a donde voy!,- le grite irónicamente.

Arranque el descapotable y presioné el acelerador hasta el fondo. Sentí tras de mi un suspiro interminable de Jeremy. Mire por el espejo retrovisor, pero ya no se encontraba ahí. Me gire para mirar hacia la casa que dejaba atrás. A lo lejos sentí unos ladridos. Excelente un perro venía tras de mi. El perro de pelaje café se acerco a la puerta continua del coche y pego un salto hacia dentro. Lo mire con cara de pocos amigos, mientras bajaba la velocidad, pues ya habíamos entrado a zonas urbanas. El pequeño perro se fue al asiento trasero para luego volver en forma humana y con sus ropas a medio poner.

- ¡¿Qué haces aquí?!-, dije apretando el manubrio que tenía entre mis manos.

- Vengo a ayudarte.

Lo mire de reojos y poniendo los ojos en blanco.

- Tan fácil cambias de opinión.- Jeremy propicio algo parecido a un suspiro estruendoso.

- Si quieres me voy.- Dijo haciendo que saltaba del carro.

- ¡He para!,- dije asustada.

Jeremy se voltio sonriente. Puse los ojos en blanco.

- Gracias.

- De nada mi cielo.

domingo, 19 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y dos.

Delimitación.


Alce la vista para mirar el rostro del anciano. Estaba mirando un punto fijo, su respiración era tan acompasada muy diferente a la mía que estaba agitada al punto de explotar.


- ¿Por qué me dice usted todo esto?,- dije soltándome de sus calidos brazos y colocándome a su lado.

- Necesito que le hagas un favor a este pobre viejo.

Asentí sin pensar lo que tendría que enfrentar.

- Mi muchacho, Dilan. Me hablo bastante de ti. Cuando aun no te conocía. Bueno te conocía solo en la mente de Amber.- al pronunciar el nombre de mi prima su rostro se transformo en ira. Pero luego se suavizó,- Pude ver en la forma en que necesitaba protegerte de que estaba enamorado de ti.

Lo mire sorprendida, pero sin decir nada. No quería interrumpirlo.


- Jaja, es gracioso e increíble. Yo no comprendía como se enamoro de esa forma sin aun conocerte en verdad. Pero mi muchacho es inteligente. Claro que lo es. Y se enamoro de la persona correcta esta vez.


No entendía ni coño lo que estaba hablando, pero por un lado me sentía emocionada. Su relato parecía una historia sacada de un cuento de hadas o algo por el estilo.


-Bueno Cathlen el punto es que… sabíamos que esto sucedería. Y tengo que decirte que ahora Dilan esta en tus manos. Su vida depende de ti.

Me levante de un salto.


¿Acaso eso quería decir que Dilan estaba con vida?, que lo que el anciano me había dicho era verdad. Sentí como el corazón se me salía por la boca. Ya no podía respirar e intente hablar lo más claro posible. Pero me resulto imposible.



- Dígame que tengo que hacer… señor yo haría todo… daría mi vida por Dilan.

- Tranquila, calma.- El anciano hizo una señal para que me sentara. Le obedecí y espere a que hablara.- Lo que debes hacer es algo muy irónico Cathlen.

- Sabré entenderlo Señor Lauper. Ya le dije que yo haría todo por...- me silencio asintiendo y poniendo mala cara al nombrarlo señor..

- Debes matar a Amber, pero no de la forma en que te imaginas.

Lo mire perpleja. ¿A que se quería refería?

- Debes quitarle lo que más ama.


¡Ja!, como si ella supiera lo que es amor. Aun así desconocía que era lo que más amaba.


- Esa es una persona igual que todos Cathlen, solo que es más poderosa. Si la matas, es decir si dejas que su corazón deje de latir te echaras encima mil demonios más. Ella no esta sola.



¡Puaj! El plan de asesinarla se había acabado.



- … ¿Y entonces… que debo hacer?

- Debes secuestrar y matar lo que ella más ama en el mundo.

- ¿Que es eso que ama más que nada Amber?,- pues nada se me venia a la cabeza cuando pensaba en ello. Aun seguía creyendo que Amber no podría amar a nadie más que a ella.- Debes matar a Jeremy Evans.



Sentí como mi corazón dejo de latir y una presión sobre mi pecho que no me dejaba respirar. No. Era imposible. No podía ser que Amber estuviera enamorada de Jeremy y era imposible que yo pudiera matarlo. ¿Por qué el?, ¿Por qué precisamente el? No era cierto. ¿Es que la vida ya no me había golpeado lo suficiente para continuar su matanza?

El anciano acaricio mi hombro.


- Lo se muchacha, se que es difícil. Pero debes elegir.

- ¡No!, como me dice usted eso. No puedo elegir. No puedo. No me pida elegir la muerte de un de los dos.

- La vida de Amber gira sobre ese muchacho, es inexplicable la forma. La verdad es que todo lo que Amber siente es incomparable.



De pronto entendí todo. Claro todo calzaba. El rompecabezas a todo esto estaba casi completo. Dilan lo sabía. Dilan sabía todo.



- Dilan… sabía esto. ¿Verdad?

El anciano asintió sin reproche.

- Por eso decidió acudir a el. Sabiendo que Jeremy te protegería. Amber no puede hacerte daño mientras Jeremy este a tu lado. Y más sabiendo a un que el te ama.

- Pero es ilógico. ¿Jeremy lo sabe?....

- No. No pienses mal de mi muchacho. El no quería que las cosas fueran así. El no quería que tú estuvieras en esta situación de elegir.

- Lo se,- dije aun sin entender varios puntos. Me preguntaba porque Dilan me escondió la verdad.- Pero… aun así. No puedo matar a Jeremy. El es como mi familia.



- Todos sabemos eso linda. Pero… debes elegir de todas formas. Ahora vete que esta por llegar el muchacho este, Jeremy. Estaré vigilando sigilosamente, siempre de lado de mi muchacho. Espero que logres salvarlo a tiempo.

- Claro. Gracias Señor Lauper. Ahora veo que usted es bueno y quiere a Dilan.

- Así es muchacha. Así es. Ahora vete y finge no conocerme. Ve.



Asentí y me levante del piso. Baje la angosta escalera y me dirigí a la habitación donde me esperaba aquel desayuno. El sol ya estaba saliendo iluminando la piensa. Me senté en la cama mirando la bandeja con los huevos revueltos. ¿Y ahora que haría? No, yo no podría matar a Jeremy. Pero tampoco podía permitir que algo le pasara a Dilan. Tenía que haber alguna forma de hacer las cosas sin lastimar a uno de los dos. Pero primero debía verificar si en efectivo Dilan estaba vivo. La idea me volvía el regular pálpito de mi corazón. Me tire sobre la cama. Estaba irritada e entristecida. Cerré los ojos al punto de que me dolieran los parpados y comencé a soñar despierta. Soñé que camina por un frío túnel que por lo visto no tenia salida. El lugar era húmedo y me estaba congelando, mis ropas estaban empapadas y comenzaba a entrar al trance de hipotermia. Mire hacia un lado y pude ver a lo lejos algo brillante, de la forma de una estrella que me llamaba a gritos. Camine más rápido hacia aquella luz, deseaba salir con toda desesperación. Había permanecido mucho tiempo en aquel túnel. Pero algo me detuvo. Di la vuelta para observar aquello. Era una leve llamita del suelo, que me hablaba y me ofrecía calor. Mire confusa hacia la supuesta salía que seguí llamándome. Tenía que decidir. O quedarme aquel lugar frío con la llama de calor y seguir a la luz que pretendía iluminar mi camino. Abrí los ojos de sopetón. Como pude permitirme llegar a ese extremo del sueño. Un ruido me separo de mi auto enojó y mire hacia la ventana. En el primer piso se encontraba el descapotable, y bajándose de el a la persona que debía secuestrar. Jeremy Evans.

sábado, 18 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta y Uno.

Huésped.


Desperté llena de sudor en la frente. Al parecer había tenido un tormentoso sueño del cual ni me acordaba. Ni intente en recordarlo. Eche un vistazo hacia la ventana, aun estaba a oscuras. Me gire para sentarme. A un costado de la gran cama había un velador, y sobre el una nota junto con una pequeña bandeja cuadrada que supuse que era mi desayuno. Alabe a Jeremy por su generosidad y atención. Tome la pequeña tarjetita de color blanco. Estaba escrito con un lápiz de tinta negra suavemente. La letra de Jeremy era legible y perfecta.

Cathlen, fui a hacer unas compras. Y a buscar el descapotable, se que lo necesitaremos. Llegare para la hora del almuerzo. Disfruta el desayuno y disculpa mi ausencia.

Te Quiero, Jeremy.

Valla, ¿a que quería referirse cuando dijo que sabia que necesitaríamos el descapotable?, ¿es que acaso ahora Jeremy sabia leer mentes al igual que Dilan?, o era simplemente intuición. Bueno cualquiera que sea la razón, se equivocaba. Solo yo lo necesitaría. Pues a el lo borraba de todo esto. Mire la bandeja que tenía a mi lado. Jeremy había preparado mi desayuno preferido. Huevos revueltos, junto con jugo de naranja natural. Me levante de la cama. Era muy temprano para desayunar y por lo demás, no tenía apetito. Salí de la habitación y decidí vagar por la casa, para conocerla aun mejor. Camine por el angosto y largo pasillo, abriendo todas las puertas que se encontraban a mi paso. Solo había muebles y más muebles, estos estaban cubiertos por sabanas blancas. Sacado de una película de terror. Apenas divisaba las sabanas cerraba la puerta bruscamente. Imaginaba que algo saltaría. Llegué al final del pasillo donde se encontraba una puerta muy diferente a todas las demás, era más vieja. La abrí sigilosamente, pero esta crujió por la antigüedad. Me encontré con una estrecha escalera en forma de caracol. Sin pensarlo y con los pelos de punta subí. Llegue a una habitación que supuse que pertenecía al entretecho, algo así como una ático. Más bien parecía una biblioteca, estaba llena de libros cubiertos de polvo. La oscuridad era eminente, encendí la luz con el interruptor. Pero aquella luz no era de mucha ayuda. Aquel lugar era calido, en comparación con el resto de la casa luego de la ausencia de Dilan. Me era agradable. Me senté en una mecedora que se encontraba cerca de un escritorio. Mientras echaba un vistazo por aquella habitación oscura. Un chirrido bajo provino de un armario al otro extremo de la habitación.

- ¿Anda alguien ahí?,- dije parándome de la mecedora.

No hubo respuesta ni ruido. Me dispuse a salir y bajar las escaleras. Esto me estaba empezando a dar miedo. Di un paso vacilante y sentí como alguien me observaba. Me voltee cuidadosamente, y detrás del armario apareció un menudo anciano de canas. Tenía una diminuta joroba en su espalda y en sus manos tenia un bastón.

- Tu... ¿tu eres Cathlen cierto?

Asentí perpleja.

- ¿Y tu eres...?,- dije algo dudosa.

- Colin. Colin Lauper.

- Oh, mucho gusto señor Lauper.- la verdad es que no sabía por que trataba con cordialidad a un hombre desconocido que se encontraba en casa de Dilan. Pero sentí la necesidad de hacerlo por su edad y por que aquel hombre me proporcionaba confianza.

- Oh muchacha dime Colin, olvida lo de señor,- soltó una carcajada junto con una tos tremenda.

- ¿Se encuentra usted bien?,- dije preocupada mientras me acercaba a el. El lanzo una mano al aire para pararme.

- Si si no te preocupes hija.

Aquel hombre era amable.

- Bueno y...- no sabía que decirle. Me hubiera gustado tener el valor para preguntarle que era lo que hacia ahí, o como había llegado, pero estaba ahí, inmóvil y acobardada.

- Oh debes preguntarte que hago aquí-, volvió a soltar una risa.- discúlpame. Soy un fiel amigo de mi muchacho, de Dilan.

Abrí los ojos de par en par.

- De Dilan,- dije mientras el corazón me palpitaba deprisa. Pero luego callo, al recordar que aquella persona que hacia que mi corazón saltara de alegría ya no estaba. Unas lágrimas cayeron por mi mejilla.

- Oh, no no, muchacha no llores. Un ángel como tu no merece llorar.

Mi cuerpo cayó al suelo, despreocupado. No me importaba el dolor, a fin de cuentas no sería más doloroso de el que ya estaba sintiendo. El anciano se acerco a mi y se arrodillo frente a mi dejando su bastón en el suelo,- El no esta muerto,- prosiguió mientras me acariciaba un hombro con su suave mano.

Levante mi rostro para mirarle. ¿Pero que era lo que me decía?

- ¿Como sabe usted eso?,- pregunte con una pizca de petulancia en la voz y una esperanza que palpitaba vanamente por mi cuerpo.

- No lo se,- admitió el anciano como para si mismo,- solo se que lo se, porque lo siento aquí...- llevó su mano hacia su pecho, donde se encontraba su corazón.- Me lanzo una sonrisa iluminada y luego imito el sonido de su corazón.- Pum pum pum pum. Ves... el esta vivo.

Lo mire con enfado. ¿Es que acaso me estaba jugando una broma?

- No juegue conmigo,- le dije furiosa mientras me limpiaba los ojos húmedos por el llanto.

- No lo hago hija mía. Como lo haría,- dijo mientras me acariciaba la mejilla con su suave mano.- No lo quite pues estaba calida y me era cómodo... me hacia recordar a Dilan cuando me acariciaba. Cerré los ojos mientras suspiraba para controlar mis lágrimas desbordadas en mis ojos.

- Tranquila niña, todo estará bien... ya lo veras. Dilan, mi muchacho es fuerte. Si mi viejo y desgastado corazón sigue latiendo es por que el suyo también.

No entendía que era lo que me decía. ¿Que tenia que ver su anticuado corazón con la vida de Dilan? ¿y que hacia ahí?, ¿Porque sabia mi nombre?... ¿Y porque me consolaba? Sentía que para aquel anciano Dilan era algo más que su fiel amigo, debido a como se refería a el… Dilan, mi muchacho. Todo era tan extraño y un montón de preguntas me invadían, pero no tenía el coraje de mencionar ninguna. Solo seguía inmóvil en los brazos de aquel desconocido, que parecía que nos conociéramos de toda una vida. Me sentía segura en su regazo y su voz era como una oleada de cariño y ternura que no comprendía…

domingo, 12 de abril de 2009

Capítulo Nº Treinta.

Vindicta Temerosa.



Salí de la habitación en dirección al baño. La casa de Dilan era un lugar apacible y calido. Pero ahora con la ausencia de Dilan el ambiente se había transformado. El lugar se tornaba frío, y una corriente de aire se colaba por quizás donde. Puesto que todas las puertas y ventanas permanecían cerradas. De la misma manera cambio mi corazón. Paso de cálido y tranquilo a un lugar vació y frío... Entre al baño y le eche pestillo a la puerta.

Me cargué en el lavamanos con la mirada fija de mi reflejo en el espejo. La persona que allí se encontraba no era yo. Era una persona sin vida, sin emociones. Estaba vacía por completo. Ausente. Sus ojos mostraban una larga agonía, y se veían desorientados, estaban hinchados junto con los parpados, y en la parte inferior, en las ojeras, le cubría una mancha de color púrpura oscuro. Su pie que antes relucía ahora estaba pálido, de color amarillento. Su cabello todo enredado y con friss, como si no se hubiese cepillado en semanas, mantenía su melena por los hombros. Abrí los ojos al sorprenderme de lo que estaba viendo. A una Cathlen totalmente destrozada. En esos instantes me pregunte, ¿es que acaso me dejaría vencer así?, mi respuesta fue inmediata. Si. Ya no tenía nada por que luchar. Nada me quedaba. Ni una chispa de vida recorría por mis venas, ni una pizca de amor...

Ahora todo ese sentimiento se había esfumado, para transformarse en recuerdos. Los más lindos y dulces recuerdos. Aquel amor tan inesperado e incomprensible se estaba poco a poco transformando en ira. Una rabia incontrolable hacia Amber. La odiaba con todo mí ser. No podía explicarme como era capaz de sentir algo así, pero lo sentía. Y no había remedio para ello, solo algo podría calmarme. Solo algo podría quitar esta ira y comprimirla al más extremo de mis pensamientos. Era una venganza corrosiva por la frialdad. Anti compasiones. Me vengaría de aquel demonio que me quito la felicidad del rostro y del corazón. La mataría a sangre fría si era necesario. Con que fuerzas no lo sabía, pero lo haría.

Me senté sobre la fría baldosa del baño, no podía sostenerme más en pie, y menos contemplar mi lívido y atroz rostro. Me entro un escalofrío cuando mi mente en forma automática comenzó a deliberar el "plan" de venganza. Yo no era así. Pero esto era diferente. La justicia por aquel crimen debía ponerla yo. Pero aun así me era difícil, yo no era una persona repulsiva y deliberada para cometer semejante atrocidad. Pero debía hacerlo. Por una parte creía que era mi deber. Debía vengar la muerte de Dilan. Luego de eso. Decidí que lo más prudente y lo coherente era que dejara de existir. Quitarme la "vida". Aunque hablando literalmente, pues mi vida ya había muerto junto con Dilan, en aquel instante en que su corazón dio su último latido y silencio. La voz de Jeremy hizo callar a mis deliberados pensamientos.

- Cathlen... ¿estas bien?

Golpeó la puerta suavemente con los puños. No tuve tiempo de contestar cuando la puerta se abrió de golpe. Y tras ella apareció Jeremy.

- ¿Estas bien?

Me levante cuidadosamente del sueño mientras ponía los ojos en blanco. El tomo mis brazos, como si yo en cualquier momento cayera abruptamente al suelo, mientras encorvaba los labios con expresión de horror.

- ¿Que?,- dije asustada.

- Luces terrible, Cathlen. Lamento decirlo.

Meneé la cabeza a ambos lados. Eso ya lo sabía.

Entramos nuevamente a la habitación donde "dormíamos". La cama estaba arreglada y Jeremy le había agregado una colcha más. Sentí compasión por el. El no debería estar pasando por esto. Pero aun así, ahí estaba conmigo. Soportando mi febril llanto. Pero eso ya no iba a suceder más. No ahora que había decidido tomar venganza. Tendría que conseguir alguna excusa para alejarme de el y listo.

Me acosté en la gran cama mientras Jeremy estiraba las colchas hacia mí para cubrirme. La verdad era que ignoraba si había más habitaciones por la casa. Aunque era obvio, pero no me apetecía ir a otra. Esta me era cómoda, y sentía el aroma de Dilan. Aunque no era el suyo precisamente. Pero le recordaba por la primera y última vez que habíamos estado ahí, los dos solos. Ese aroma me recordaba a el. Me aferre a la almohada e hice un gesto a Jeremy para que se recostara a mi lado. Este se puso sobre las colchas frente mió.

- Descansa.- su voz era protectora y llena de ternura.

- Gracias Jeremy. Gracias por todo lo que haces por mí.

- No me lo agradezcas. No estoy aquí por ti, sino por mí. Por lo que siento.

Quede perpleja. Aquellas palabras me sonaban. Y claro que las conocía. Eran casi las mismas que me había pronunciado en una oportunidad Dilan, cuando nos conocimos. Mis ojos se llenaron de lágrimas pero luche para que estas no salieran. Y gane.

- No quiero que esto se transforme en un suplicio para ti, ni lo que sientes tampoco. Sabes bien que yo...- me silencio con su mano calida sobre mis labios.

- Tranquila Cathlen, que cuando sienta que esto me supera me iré.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo.

Sabía que no era necesario que me prometiera nada, después de todo en unos días ya estaría lejos de el. Y así no podría crearle un daño mayor. Comencé a vagar en mi mente, mientras ideaba las formas más sutiles de separarme de Jeremy. Los ojos comenzaron a tener fuerza y se me cerraban con frecuencia, los intentaba abrir mientras miraba a Jeremy de soslayo. Estaba jugando con un mechón de mi cabello sin fijarse en verdad en el. Su mirada estaba clavada en el techo. No pude más y el sueño me gano.

Capítulo Nº Veintinueve.

Entereza.



Era de noche aun cuando desperté. Mi corazón continuaba sollozando y pegaba suspiros cada minuto. Me gire para ver si Jeremy continuaba ahí. Y ahí se encontraba. Mirándome con rostro ido. Tenía entre sus manos mis dedos, jugueteaba con ellos, y yo no lo sentía. Una lágrima recorrió mis pómulos y llego hasta mi barbilla. Ahí estábamos, en silencio. Sin nada que decir. El sufriendo una pérdida que no le pertenecía. Sus ojos estaban vidriosos, mostraban la amargura y reflejaban restos de humedad. Lágrimas supuse. No había otra cosa que le pudiera humedecer sus pupilas así.


- Lo siento...- dije mientras limpiaba los rastrojos húmedos alrededor de sus ojos almendrados.

- No te disculpes.

Continuamos observándonos a los ojos. Como si el tiempo no corriera. Como si siempre estuviéramos haciéndolo.

Se levanto mientras acariciaba mis mejillas con las manos.


- ¡Como quisiera evitar el sufrimiento de - nuestros seres amados -. Cuánto no estaría dispuesto a intercambiar con ellos su lugar cuando los vemos llorar! Qué paradójica es la vida: la mejor manera de crecer es cayéndose y la más útil forma de ayudar a alguien es únicamente acompañándolo mientras se levanta.

No supe que decir, solo lo mire con incredibilidad.


- Tranquila mi vida... no estas sola. Nunca lo has estado.

- Jeremy... yo...- no me dejo terminar la frase.

- Sh,- dijo con ternura,- no hables, solo descansa y olvida.

Lo mire con coraje.

- Si tu piensas que podré hacerlo... estas equivocado,- trague un buen sorbo de aire,- jamás podré olvidar a Dilan, y tampoco pienso hacerlo.

Asintió con la cabeza.

- Debes tener voluntad.

Entrelacé las cejas al punto de tocarse.

- Voluntad es lo que menos tengo,- dije desafiante.- no olvidare a Dilan jamás...

- Recuerda Cathlen,- dijo Jeremy con voz tranquila,- la voluntad sirve para empezar a correr, no... Para terminar.


Lo mire con mala cara. ¿De que me servia tener voluntad a algo que ni siquiera estaba de acuerdo? No olvidaría a Dilan por nada en el mundo. El había sido lo mejor que me había pasado. Y no porque el ya no estuviera, mis sentimientos hacia el cambiarían.

- y...entonces... ¿que harás?,- pregunto ansioso Jeremy.


No estaba segura de que haría. Estaba muerta en vida. Pero de algo estaba claro. La muerte de Dilan no la dejaría inmune. Amber debía pagar por todo. Me había arrancado el corazón sin piedad. Y lo mismo haría yo.


- Ir a por Amber,- dije con una chispa en el rostro.

Jeremy puso los ojos en blanco.

- ¿Quieres que te mate a ti también? Estas loca.

- Ya estoy muerta Jeremy, solo que me corazón sigue latiendo, vació. Amber me quito mi vida, me quito mi ser. El motivo por el cual existo.

Jeremy resoplo ante mis palabras. Se estaba cabreando con el asunto.

- Vale. Pero... ¿acaso serías capas de darle muerte a tu prima?


- Si,- dije algo dudosa para mis adentros. Jamás había matado a nadie. Y la idea de que compartía lazos sanguíneos con Amber no me ayudaba mucho. Pero en cuanto se me venia a la mente el rostro triste y frío de Dilan, todo cambiaba.

- Te ayudare.- dijo Jeremy luego de unos minutos.

- No,- dije tajante. No permitiría perderlo ahora a el.

- No te dejare ir sola Cathlen.

- Jeremy. No. Ya perdí a lo que más quería, lo que más amaba. No quiero perderte a ti.

- ¿Y que tiene...? No sientes nada por mí. ¿De que vale tanta preocupación?

Puse los ojos en blanco.

- Jeremy te quiero. Como amigo. Lo de nosotros fue genial. Pero solo un sueño.

- Vale vale. Pero aun así no te dejare luchar sola.

No veía por donde podría hacer que Jeremy cambiara de parecer. Lo deje pasar.


- ¿Que hora es?,- dije mirando hacia la ventana. Aun estaba a oscuras.

- Emm, deben ser como las 3 de la madrugada. No has dormido mucho.

- Te toca dormir Jeremy. Has estado cuidando mi sueño mucho tiempo.

Negó con la cabeza.

- No te preocupes por mí.

- Vale, iré al baño.

Necesitaba estar un momento sola.